“Si quieres salvar al mundo quédate en casa. El nuevo coronavirus se controla así. La curva de transmisión hay que bajarla, así que quédate en casa”. Te dicen y redicen por todos lados. Pareciera cosa de locos que no salir sea la solución, pero es cierto. Mientras menos personas interactúen personalmente entre sí, disminuye la posibilidad de contagiarse.
Pero, ¿y la comida?, ¿el trabajo? Esas son algunas de las inquietudes lógicas que rondan en la cabeza de muchos cubanos que cuestionan el no salir de casa.
Aunque en Camagüey hasta la semana pasada 502 personas se acogieron a la modalidad de teletrabajo (que lo habían hecho bajo contrato), muchos oficios carecen de condiciones para ejercerla.
Para que la gran mayoría pueda guarecerse bajo techo familiar, otros deben seguir sembrando comida, elaborando pan, transportando personas, cuidando enfermos…
Esa es una realidad que no podemos cambiar, pero sí modificar. Existen personas que no saben trabajar si no es en el buró de siempre y otras que prefieren estar en casa, pero no hacer nada. No son tiempos de preferencias, por desgracia; son momentos de hacer lo que se debe, de cuidarnos y cuidar. Si alguien se queda en casa, es baja la probabilidad de que infeste a otro.
“El país dentro del plan de medidas para enfrentar el nuevo coronavirus estimuló la práctica de una serie de normas laborales que ya están estipuladas en el Código de Trabajo, pero aún existen reservas en las empresas, sobre todo con el trabajo a distancia”, explicó Jeannette Casanova Cosío, subdirectora de Empleo en la Dirección Provincial de Trabajo y Seguridad Social (DPTSS).
Para la dirigente esta opción no solo nos beneficia ahora ante la pandemia, sino además para subsistir económicamente. “Esta dinámica ayuda para que las madres puedan cuidar a sus niños, ahorra recursos, evita los grandes desplazamientos de personas, así como las aglomeraciones. En el territorio están las condiciones desde el punto de vista salarial para que el obrero y los trabajadores no estatales estén protegidos”, acotó.
Y añadió que por estos días se irá orientando al personal de recursos humanos de las entidades para que ventilen todas las opciones posibles que organicen laboralmente al territorio.
¿Y los ancianos que viven solos? Esa es otra inquietud que tiene solución. En el territorio agramontino al cierre de febrero contabilizaron 2 mil 965 adultos mayores que viven solos o son casos sociales. Todos ellos, como asegurara Niurka Caballero Argilagos, subdirectora de Prevención, Asistencia y Trabajo Social de la DPTSS serán atendidos por los más de 400 trabajadores sociales de Camagüey.
“Tenemos establecido que estas personas sean visitadas regularmente, para que se les garantice los insumos necesarios. Pero insistimos que extiendan la atención a todo adulto mayor como los pensionados o jubilados, por ser este un grupo vulnerable ante la Covid-19”, señaló Caballero Argilagos.
Aunque parezca difícil aislarnos, es posible; cambiar de ambiente laboral, es posible, así como ayudarnos entre todos para que unos salgan a trabajar, otros se queden en casa y nos enfermemos menos.