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La vida no sigue igual

Ante el peligro, la vida no sigue igual. El ritmo habitual se ha roto. Una plaga ha avanzado sobre los humanos, guadaña en mano. Y no hay de otra; es imprescindible prepararse, protegerse, cuidarse… La vida no sigue igual.

 

El personal médico cubano muy consagrado en la atención a los pacientes de la Covid-19. | Foto: Ariel Cecilio Lemus. Publicada en www.granma.cu

La calle es zona de riesgo y las aglomeraciones lo son más. Los saludos tienen que ser distintos y los abrazos a distancia.

Unos están refugiados en sus casas  como es lo más prudente, pero otros afrontan en el dilema diario de si van a trabajar o no. Y una interrogante se sitúa como Espada de Damocles sobre muchos: “Quiero laborar, porque es necesario para el país, pero ¿quién me cuida el niño?”.

Entonces, la vida hoy es diferente, porque no puede ser de otra manera. Hay medidas que cumplir que muchos ni imaginaron.

Existen irresponsables que viajaron a contrapelo de lo que les puede suceder a él y a su familia. Hay turistas insensatos que no regresaron a sus países a pesar de las advertencias. Evidentemente, “tienen que apretar”, como me dijo un vecino hace unas horas, al referirse a las medidas gubernamentales adoptadas.

Y “apretar” no significa solo decidir y orientar acciones, sino controlar su cumplimiento, actuar en consecuencia. Nadie puede molestarse por las llamadas de atención o las aprehensiones de las autoridades competentes. Se trata de la vida de muchos, de los que aún estamos y queremos permanecer sobre la Tierra, a pesar de la pandemia.

La vida ha cambiado. Sí, ha cambiado tremendamente para los trabajadores de la Salud Pública. La palabra consagración queda chiquita para resumir lo que hacen. Muchos saben de sus familiares solo por la vía telefónica. Eso es entrega, abnegación, sentimiento de responsabilidad, cumplimiento del deber, compromiso, amar al semejante…

La vida ha cambiado porque no es momento para festejos ni de visitas intempestivas. Y porque ha llegado otro instante de luchar contra la muerte, siempre presta, siempre alerta. Ella no duerme, ni descansa. Por eso debemos estar activos y materializar las orientaciones.

El doctor Joaquín, un buen amigo, acaba de advertirme vía telefónica: “Es ahora o nunca; no se descuiden”.

Si la vida es otra, llegó el instante de que nosotros también seamos otros.

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