Marzo de 1930. Imperaba en Cuba el régimen despótico de Gerardo Machado y Morales en su segunda etapa presidencial, resultado de una fraudulenta “prórroga de poderes” decretada tres años antes mediante una reforma constitucional, que le permitía extender el mandato iniciado en 1925.
La maniobra politiquera encontró la repulsa popular fundamentalmente del estudiantado universitario, los trabajadores, intelectuales e incluyó a partidos tradicionales de la burguesía.
Caracterizado por su entrega al imperialismo norteamericano, Machado recrudeció la tenebrosa senda de su gobierno con asesinatos a sus opositores y la brutal represión contra las protestas obreras motivadas por la rebaja de los sueldos de los empleados públicos, el aumento de la jornada laboral, la corrupción política y administrativa y otros males que agravaban el deteriorado panorama general en la Isla en medio de los efectos de la crisis económica mundial de 1929.
El desarrollo de la organización del proletariado en un solo núcleo atemorizaba al tirano. La Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC), por su influencia, prestigio y carácter unitario, resultaba peligrosa para el régimen aún más en la situación antes mencionada.
Al llamado de la Confederación Sindical Latinoamericana (CSLA) para celebrar una jornada continental en favor de los desocupados, se sumó la CNOC. De inmediato, Machado la declaró fuera de la Ley, al igual que a la Federación Obrera de La Habana.
La víspera, participó en mitin preparatorio en la sede del Centro Obrero, en la capital. Esbirros de la tiranía trataron de arrestarlo, lo cual fue frustrado por la valiente protección de los allí reunidos quienes lograron ocultarlo y sacarlo del lugar.
Aquel movimiento popular liderado por Villena agrupó a unos 200 mil trabajadores de diversos sectores. Entre las principales demandas estuvieron la revocación inmediata de la suspensión de las dos organizaciones ilegalizadas arbitrariamente por el gobierno, la excarcelación de los obreros presos acusados promover la huelga, la libertad de reunión de los trabajadores y la no intervención de la policía en los sindicatos.
Si bien el escenario principal fue La Habana –donde quedaron paralizadas actividades comerciales, industrias y servicios- la movilización también aconteció en localidades del oriente y el centro del país.
Por su magnitud y combatividad, la huelga de marzo de 1930 trascendió como la primera gran expresión de lucha frontal contra el Machadato, un nefasto período en la historia de Cuba que se extendió hasta el 12 de agosto de 1933 cuando fue derrocado por otro pujante movimiento revolucionario.