El volumen Una vida poco común, originalmente titulado Aalo Aandhari (De la oscuridad a la luz) y presentado en el más reciente Sábado del Libro en la Calle de Madera es, sin duda alguna, una lectura difícil.
Este relato autobiográfico, impreso en Cuba por la Editorial Arte y Literatura como parte de la Colección Orbis, a la que pertenecen igualmente obras de otros autores asiáticos, cuenta la historia de vida de una mujer de la India, que “está padeciendo como tantas otras en el mundo no importa en qué cultura y qué país esté”; una fémina “sencilla y común pero sabia”, que “taló en el bosque de la vida para salir de la oscuridad” y “lo logró con fortaleza, humildad, sencillez y dignidad”.
Así declara Lourdes Suárez, más conocida como la cimarrona, locutora, activista, rapera y presentadora del libro, quien admite haber llorado mucho durante la lectura al pensar que “todavía hay otras que viven así y que aún no se han dado cuenta que pueden ser fuertes” y quien ha hecho de su misión en la Tierra “hacerle ver a esas mujeres que existe otro camino y otro mundo más allá de la mutilación y la degradación».
Traducido por Aida Bahr y publicado originalmente en bengalí para ser llevado luego a otros 25 idiomas, el texto fue considerado un bestseller desde su salida al mercado quizás porque, al igual que la autora, muchas mujeres sienten la explotación en carne propia y consideraron estas páginas como su reivindicación o, al menos, su desahogo catártico.
Baby Halder, protagonista y autora, es “una persona excepcional que da voz a millones de mujeres cuyas vidas se pierden por desprecio, subestimación, prejuicios e iniquidad” y que ofrece “una imagen de la vida de muchas mujeres en la India que viven, trabajan,tienen hijos y mueren marginadas por su género y clase”, como se apunta en la contraportada del libro y con lo que concuerda plenamente el prologuista, Urvashi Butalia, al agregar que Una vida poco común “nos recuerda que hay mucho que necesita ser dicho y divulgado sobre la vida de las mujeres”.
“Abandonada cuando niña por su madre, casada por un padre desatento con un hombre 14 años mayor que ella, que apenas tenía 13, tuvo su primer hijo a los 14, y se encontró atrapada en una vida matrimonial llena de violencia”; apunta Butalia.
Lo más doloroso que resulta de la historia, es reconocer que “la suya no es excepcional” sino “la de miles de mujeres, prisioneras de situaciones similares en todo el mundo. La diferencia está en la fuerza de Baby y su valentía, en su determinación de no soportar el abuso, sino escapar, luchar por una vida mejor para ella y sus hijos, y al final, en su total compromiso con lo único que mantuvo siempre vivo en su corazón, el deseo de aprender, de educarse, el deseo de leer y escribir”.
A tenor de lo dicho con anterioridad, la cimarrona culminó con unas palabras de impulso y reconocimiento al movimiento que toma cada vez más fuerza a nivel mundial: uno que busca rescatar el respeto, los derechos y la humanidad que muchas veces le son arrebatadas al mal llamado sexo débil:
“Las mujeres de hoy hemos dicho basta a la sordera sostenida de otre que evaden, niegan, callan, tapan, justifican lo injustificable; es tiempo de nuestra verdad ancestral digna, sabia, astuta, inclusiva, anárquica (…) Ya no más él ´no puedes´, el ´no debes´, el ´no eres´. ¡Sí podemos, sí sabemos y sí somos! ¡Somos armonía universal, somos soberanas de la voz, somos amazonas de la vida, somos guerreras: mujeres del mundo!”