A pesar de la tensión lógica generada para cumplir con el propósito de minimizar los riesgos de entrada del Coronavirus por los aeropuertos de la Mayor de las Antillas, en el de Matanzas reina un sosiego fácil de percibir con solo cruzar las puertas de esta terminal.
Esa suerte de ambiente de serenidad nace del convencimiento de que no debe cundir el pánico ante esta enfermedad de transmisión respiratoria, siempre y cuando se adopte una actitud responsable.
Justo de eso se trata, de que baje el nerviosismo y suba en todo el pueblo la protección higiénica, apunta el doctor Carlos Raúl Pérez Hernández, jefe de la estación de control sanitario en la unidad empresarial de base (UEB) Juan Gualberto Gómez.
Desde el inicio de la emisión de las alertas por las autoridades del Ministerio de Salud Pública, allí se realizaron las coordinaciones pertinentes para extremar controles dirigidos a impedir el aterrizaje del Covid-19 en las pistas de la segunda terminal por donde mayor cantidad de turistas arriba a Cuba.
La aparente sencillez de un simple lavado de manos para evitar el contagio no ha sido aquí un acto subestimado. Todo lo contrario. El vídeo de cómo enjugarse con eficacia fue difundido, una de las tantas acciones realizadas en esta UEB.
Precisamente la capacitación a todo el personal de inmigración, de la aduana, de tráfico, en especial todos los vinculados a los vuelos, se cuenta entre los momentos de mayor relevancia en el paquete de medidas de enfrentamiento al coronavirus.
“En un primer momento nos dedicamos a socializar particularidades del Coronavirus, sus inicios, modos de propagación y, luego, pasamos a clasificar los vuelos según el riesgo de su lugar de procedencia, contando como alta incidencia a China, Corea del Sur, Japón, Tailandia y la incorporación de Irán e Italia”.
La evolución rápida de Covid-19 implicó atender con la misma intensidad vuelos provenientes de áreas de riesgo y de otras aerolíneas que trasladan pasajeros de países sin contagios y que, sin embargo, pudieran haber estado en los sitios de los brotes.
Con llegadas jueves y sábados, hasta el momento solo se incluyen en la categoría de los vuelos de riesgo los operados por la aerolínea italiana Neos, lo cual obliga a intensificar los cuidados del chequeo.
“Todo pasajero que llega a la cabina de inmigración procedente de esas áreas de riesgo, lo regresan a la posición que ocupamos en el salón y se le realizan los correspondientes interrogatorios, medidas de prevención de por medio».
“Si está asintomático, continúa su ruta hacia el hotel, donde se le hace la vigilancia por el sistema de salud de esa instalación y, en caso de estar con síntomas respiratorios, se aísla en el cuarto destinado a ese fin, de ahí es trasladado al hospital de referencia, en este caso el Faustino Pérez”.
Con tres anillos de vigilancia, el aeropuerto Juan Gualberto Gómez armó su escudo protector. En la primera línea, se interroga a la tripulación, la que está obligada a plasmar en una declaración cualquier evento de salud durante el vuelo. Si eso diera negativo, toca observar a cada uno de los viajeros, explica el doctor Pérez Hernández.
La segunda línea de vigilancia acontece la sección del escáner de temperatura, ubicado en el salón de inmigración, donde son escrutados el ciento por ciento de los pasajeros, en busca de algún estado febril. De alguno dar positivo, es separado del grupo, se procede al interrogatorio, tal como indica el protocolo y se le aplica la termometría digital, lo cual supone profunda indagación.
Esclarece el doctor Carlos que a veces el escáner de temperatura brinda un falso positivo, debido a que la temperatura elevada puede responder a causas diferentes, y en ese caso se practican otros exámenes para descartar una posible infección de Covid-19, atendiendo a su sintomatología clínica.
Por último, como parte de este control, se le recoge la declaración de salud a cada uno de los viajeros,verifican nombre y apellidos, hotel para donde va y otras comprobaciones de rigor, como no permitir la salida de ningún viajero sin antes comprobar, por ejemplo, la dirección de la casa de renta donde se alojará.
El arrendatario Joel Báez Almeida, dueño del Hostal Azul, en plena ciudad de Matanzas, agradece un sistema de vigilancia cubano que no deja fuera ningún eslabón de la cadena para contener la entrada de la enfermedad.
«Ha sido excelente la preparación recibida sobre cómo proceder, sobre todo en casos muy puntuales como la presencia de un cliente de cualquier país de los calificados como riesgo».
Todo cuidado es poco, advierte el jefe de la estación de control sanitario. “Si cada cual pone todo su empeño en su labor diaria, solo tendríamos como brecha a personas que entren en el período de incubación. Y aunque pudiera pasar alguien con la infección, pero asintomático, si se le hace el control establecido cuando llega al hotel o área de salud, se cierra esa brecha de inmediato”.
Competencias profesionales de un personal fogueado
A juicio del doctor Pérez Hernández, varias razones avalan las competencias profesionales de un personal apto para lidiar con situaciones como las que ahora enfrentan.
En primer lugar, dice, contamos con un protocolo diseñado para tratar grandes epidemias en frontera. “Aquí se trabajó cuando el Ébola, el H1N1… Es el mismo procedimiento. Además, existen evidencias de los ejercicios prácticos de la Defensa Civil, sobre emergencias médicas”.
El doctor y yo coincidimos en la vigencia cubana de ganar la guerra en tiempo de paz. Los Meteoros, argumenta, han facilitado mucha experiencia. “Lo mejor es que cada cual sabe, llegado el momento, dónde estar, qué hacer y en qué momento intervenir”.
Una de las principales fortalezas las asoció al hecho de disponer de todos los recursos humanos, lo cual garantiza la tarea.
La existencia de suficientes medios de protección, de nasobucos, clasifica como puntos fuertes. “Todo el personal involucrado en esas operaciones de riesgo, cuando termine tiene que lavarse las manos con gel e hipoclorito, sustancias que se han colocado en todos los baños del aeropuerto”.
Estamos hablando, precisó, de una enfermedad con una alta transmisibilidad y que las medidas principales para evitar el contagio son básicamente precauciones higiénicas, el lavado de manos, no tocarse la cara durante la operación en vuelos de riesgos, son exigencias insoslayables.
Sunamis Trimiño López, Onixa Hernández, Eslaine González. Trabajadores del área de los baños, aseguran estar listas para asumir con eficiencia la parte que les toca.
Apunta Trimiño que turistas y trabajadores cuentan con productos para lavarse las manos. Les explica de las medidas de prevención y hasta ahora los extranjeros se han mostrado satisfechos.
Según Onixa, un proceder clave consiste en limpiar las superficies constantemente, labor que realizamos armadas de todos los medios de protección. » Cuando se está seguro de cómo actuar, no hay que alarmarse», señala.
«Sabemos bien a lo que nos enfrentamos, pero solo hay que cuidarse y exigir porque cada cual cumpla su parte».
Cultura de seguridad y salud del trabajo
Es el director de cualquier institución el primer responsable de velar por la seguridad y salud de sus trabajadores. Eso lo sabe al dedillo María Elena Oviedo, coordinadora general de la UEB Juan Gualberto Gómez.
A juicio de Regla Caridad Catalá, directora de Capital Humano, es vital la comprensión de los administrativos para asegurarle a los empleados sanos ambientes. «Aquí eso está garantizado y es uno de los principales recursos de enfrentamiento a los riesgos del Coronavirus», señala.
Todo el que se inicia en cualquier posición de esta UEB recibe capacitación sobre la conducta a seguir en un centro que por sus características tiene zonas de posibles accidentes o de contagio de virus, sobre todo en el caso de quienes limpian las aeronaves».
El ambiente que se observa en la terminal matancera permite asegurar el reforzamiento de un dispositivo para impedir el aterrizaje del Covid- 19 en su pista.