La gente de mar sale a flote por sus previsiones sobre el bueno, regular y mal tiempo, como en la actualidad que la flota cubana está casi anclada por el bloqueo imperialista contra el mercado de los hidrocarburos.
Sin embargo, su olfato y mirada firme hacia el horizonte, para precaver antes de lamentar por improductivas pesquerías, no pudieron evitar la estadía de los barcos todo el mes de enero pasado en el puerto de Júcaro, al sur de la provincia de Ciego de Ávila.
Allí cada embarcación gasta mil 200 litros de petróleo y la Empresa Pesquera Industrial Epivila recibió algo más del 70 % del combustible planificado, para distribuirlo entre sus nueve unidades empresariales de base (UEB) y la dirección provincial.
La asignación del recurso energético fue para las tripulaciones de la costa norte, donde, además de gastar menos cantidad del llamado oro negro, hay mejor captura por las características del equipamiento y de esa zona. Ahora se trata de darle pita a la prioridad entre las prioridades y del atraque en tierra de los problemas subjetivos.
Si hubiesen estado los motores de los navíos con el tanque lleno, tampoco los pescadores jucareños hubieran podido zarpar en el primer mes de este año, debido a que la administración de su centro no se ocupó de pescar a tiempo el certificado de navegabilidad en el proceso de revalidación de ese documento.
Ellos no fueron la excepción. De ahí el compromiso de amarrar las insuficiencias y soltar en cada lugar las iniciativas para incrementar la producción, a partir de varias alternativas sugeridas en la asamblea de presentación del plan de la economía y el presupuesto para el 2020.
Especialistas de la industria pesquera en el país pusieron de ejemplo la experiencia de los criadores privados de peces de agua dulce, experimento iniciado por Villa Clara, Granma y Mayabeque; y los polígonos de producción de alimentos con mínimas condiciones en Santiago de Cuba.
Aunque, los avileños no necesitan navegar tan lejos a entrenarse para enfrentar las actuales coyunturas. El colectivo de la UEB Bolivia hace mucho más que salir a la plataforma insular en los mejores momentos del calendario lunar.
Cinco años atrás se materializó allí un proyecto de desarrollo local que posibilitó contar con una planta procesadora de pescado. Una inversión aprobada deberá dotar a esa industria de nuevos equipos para diversificar sus renglones. Sus trabajadores no se conforman hoy con solo ofertar los productos en la pescadería de la propia unidad.
Jesús López Mederos, director de la UEB, explicó en la asamblea que la producción terminada viaja también a las comunidades rurales del municipio de Bolivia, gracias a una gestión coordinada con las direcciones locales del Gobierno y el Partido.
No obstante, razones no le faltaron al directivo para opinar sobre la operatividad de los puestos de mando en la empresa: «Si se demora una caja de bola solicitada para un motor y está en inventario, no se pesca y aquí todos dependemos de que los barcos salgan, sino hay que cerrar las oficinas y guapear con los remos si la situación del combustible nos obliga, la población no puede quedarse sin comida».
Lo dijo con sentido de pertenencia y teniendo en cuenta los resultados no satisfactorios de la empresa en 2019. Se cumplió el plan de captura al 67 %, debido a inclemencias del tiempo, roturas de embarcaciones, falta de piezas de repuesto en fábricas de hielo, déficit de combustible y otras causas, lo cual incidió en el comportamiento de la producción industrial al 94 %.
Depende en 2020 el salto de los indicadores económicos y productivos de que la Laguna de la Leche y la presa de Florencia recuperen la condición de locomotoras de la acuicultura avileña, y se concluya la inversión de la conductora de agua en la estación de alevinaje del municipio de Morón.
Epivila también debe meterse para las profundidades en el cumplimiento de las medidas de higiene e inocuidad de los alimentos en plantas procesadoras donde aún persisten deficiencias; completar las artes de pesca y proveer a los barcos de los víveres para la alimentación de los pescadores antes de hacerse a la mar, entre otras tempestades subjetivas que deben ser ancladas.
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