Hacer de Cuba una nación independiente e integradora de todas las posiciones y capas sociales, incluido el negro, fue la máxima aspiración del padre Félix Varela y Morales.
Esa idea la inculcaba a sus alumnos del Real y Conciliar Colegio Seminario San Carlos y San Ambrosio, a quienes trasladaba sus experiencias para que aprendieran dónde estaban los peligros y levantar en ellos el sentimiento patriótico hacia Cuba, así como por qué debían defenderla.
Nació en La Habana el 20 de noviembre de 1788, y falleció el 25 de febrero de 1853 en la ciudad de San Agustín, en Florida, Estados Unidos, país en el que se estableció decepcionado, tras verse impedido de presentar en las Cortes, en 1823, dos discursos que llevara como diputado por la región occidental: uno dirigido a la consecución de la independencia de nuestro país por la vía legal ―su formación religiosa no le permitía estar de acuerdo con las conspiraciones―, y el otro relacionado con la abolición de la esclavitud.
Según la Doctora en Ciencias Históricas Mercedes García Rodríguez, miembro de número de la Academia de la Historia de Cuba, Varela vivió para Cuba, tanto en la emigración como en la isla, porque todo el tiempo estuvo escribiendo y pensando la nación que debía ser Cuba, aspiración en la cual creyó hasta su muerte.
Al respecto, la reconocida historiadora, quien considera a Varela como el pensador más grande de su época, apunta:
“Cuba era su obsesión, según puede apreciarse en los siete números de El Habanero, publicación política, científica y literaria que editó en Filadelfia entre 1824 y 1826; considerada subversiva por las autoridades españolas y prohibida su entrada en Cuba, donde circuló de forma clandestina entre los grupos progresistas, fundamentalmente en los de la intelectualidad criolla vinculada a él”.
Señala, además, que el Doctor en Ciencias Históricas Eduardo Torres Cuevas, presidente de la Academia de la Historia de Cuba, lo considera el iniciador del independentismo cubano, porque pensaba en una abolición gradual, indemnizada, que no situara al negro por debajo del blanco, sino en una que lo integrara a la sociedad.
En 1986 querían santificar a Varela en ocasión de la proximidad del bicentenario de su nacimiento, pero no encontraban ningún milagro que lo justificara. Por aquel entonces, la propia doctora Mercedes García y el doctor Jorge Ibarra Cuesta acudieron al Seminario en busca de información sobre Varela, y un sacerdote les preguntó si habían encontrado algún milagro realizado por él con la población, a lo cual Ibarra le respondió: “Yo creo que el milagro fue la existencia misma de Varela como pensador cubano”.
Fue Varela quien nos enseñó que lo primero es pensar, lo cual significa que hay que meditar, ser selectivo, no aceptarlo todo, sino razonar cuál es la mejor vía; no aceptar verdades preestablecidas, sino cuestionárselo todo, experimentar, es decir, hacer una ciencia, pero con conciencia.
Fuente:
Entrevista realizada por la autora a la Doctora en Ciencias Históricas Mercedes García Rodríguez, en el 2012.