Tobias Rathjen abrió fuego a una multitud de personas que se encontraban en Midnight, un bar en el centro de Hanao, Alemania. La acción provocó tres muertos. Se trasladó a otro lugar y asesinó a otras 6 personas. Poco después la policía encontró su cadáver junto al de su madre. Sucedió el miércoles 19 de febrero.
Fue el más reciente de los atentados racistas en esa nación y todo indica que no será el último. El hecho conmovió a una sociedad que ve con preocupación el auge de la extrema derecha, la cual ha logrado avances en el orden político y dentro del Parlamento.
Los ataques terroristas se incrementan. En diciembre del 2016 doce personas resultados muertas en Berlín por uno de esos hechos. Incluso un diputado favorable a los migrantes, miembro del partido de la Canciller Federal fue asesinado impunemente en junio del pasado año.
Angela Merkel fue categórica al valorar la última masacre: «El racismo es veneno. El odio es veneno. Este veneno se da en nuestra sociedad y ya es responsable de muchos delitos. Desde los crímenes de la (célula ultraderechista) NSU (Clandestinidad Nacionalsocialista) a diferentes asesinatos”, agregó.
Pero a Merkel le esperan nuevos malos ratos en el tiempo que le queda en el cargo, aunque al parecer que será el mes de los peores momentos.
Un Partido partido en dos
En los primeros días de cuándo surgió una alianza entre la derecha moderada y la extrema derecha del partido Alternativa para Alemania (AfD) para dirigir la región de Turingia lo que provocó un sismo político.
El escándalo de Turingia rompió así un tabú en la historia política alemana de posguerra: el rechazo por parte de los partidos tradicionales de colaborar con la extrema derecha.
El ministro de Economía, Peter Altmaier, muy cercano a Merkel, habló de una “situación extremadamente grave” para el partido. “Nuestro futuro está en juego”, aseguró.
Y solo fue el comienzo. Con una diferencia de horas otro golpe estremeció a la Canciller y su partido, la Unión Cristina Demócrata (CDU), provocado por el anuncio de Annegret Kramp-Karrenbauere a no presentarse en las próximas elecciones como candidata a Canciller Federal, cuestión acordada con Merkel, y no solo eso, sino que también abandonó la presidencia de la organización.
A 75 años del fin de la Segunda Guerra Mundial el resurgimiento de la extrema derecha preocupa en el país bávaro. Así sucede en otras naciones europeas donde movimientos de derecha y ultraderecha están llegando con más facilidad al gobierno.
Que el poder y el ejército puedan estar en manos de populismos radicales preocupa, sobre todo por las amargas experiencias que llevaron al país a extremismos y políticas intervencionistas que condujeron a la humanidad a la II Guerra Mundial.
Tradicionalmente las alianzas con los partidos radicales han sido rechazadas con el fin de evitar escaladas peligrosas de las ideologías extremistas. Para hacerlo, se institucionalizó un ‘cordón sanitario’ con el fin de evitar esa cooperación el cual fue violentado por su propio partido.
¿Quién quedará por Merkel?
El CDU tendrá que decidir ahora quién será el sucesor de Kramp-Karrenbauer para ambos cargos. Uno de los que más opciones tiene es el conservador Friederick Merz, de ideas derechistas, Otro opción es Armin Laschet, un candidato más alineado con Merkel y actual Primer Ministro de la región Renania del Norte-Westfalia.
Por lo pronto, es incierto el futuro del CDU, y si hará o no más alianzas peligrosas con la ultraderecha. De hecho el partido está dividido en dos grandes tendencias, seguir con la tradicional posición o ver a la ultraderecha como posible socio.
La alianza con los socialdemócratas para formar gobierno inició este proceso de división interna en el Partido, aunque no es la primera vez que sucede en esa nación.
Ante lo que acontece en el escenario político local algunos especialistas se preguntan ¿habrá elecciones anticipadas o podrá la Gran Coalición actual resistir hasta 2021?