Temprano comienza la obra. Hombres y mujeres empiezan su quehacer cotidiano; construyen el presente y el futuro del país que se levanta frente a todos los obstáculos.
El maestro lleva el saber a los alumnos; salvan vidas los médicos que demuestran su profesionalidad; en las fábricas se produce y se solventan las limitaciones; desde la ciencia se llevan a cabo nuevos proyectos, mientras los constructores y electricistas laboran casi de sol a sol en nuestras ciudades y poblados.
“El hombre crece con el trabajo que sale de sus manos”, sentenció José Martí. Y el país crece con las manos de todas y todos quienes ponen lo mejor de sí unidos para multiplicar la obra que necesita la nación, porque esa es la única forma de ser grandes.