Sobre el colectivo del Hotel Nacional de Cuba gravitan al unísono la aureola de las leyendas y la responsabilidad del presente. Así lo evidenció la discusión de su plan económico para este 2020, año del aniversario 90 de su fundación, donde dirigentes administrativos y sindicales profundizaron en las medidas a tomar para su cumplimiento.
El repaso de los resultados del 2019 arrojó un saldo relativamente favorable, en medio de las afectaciones que hoy enfrenta la industria turística cubana, al conseguir ingresos superiores a los 23 millones de pesos convertibles y más de 14 millones en utilidades, alrededor del 90% de lo previsto, con una ocupación superior al 71%.
Sin embargo, Antonio Martínez, su director general, les habló muy claro a sus trabajadores, luego de un enero que calificó como “desastroso”, en relación con el comportamiento histórico de ese primer mes del año, que avizora dificultades para cumplir con una proyección anual ya de por sí menor, de algo menos de 21 millones en ingresos.
Pero el ánimo no era de derrota. “Siempre una camarera, una especialista comercial, una gestora de reservas, puede hacer mejor su trabajo”, apuntó Sandra Jiménez, al destacar el componente subjetivo que valoriza y puede hacer exclusivo y más redituable su servicio.
El Nacional sobresale, por ejemplo, en la promoción y venta de servicios opcionales para sus huéspedes, un concepto por el cual solo en el pasado año ingresaron más de ocho millones de pesos convertibles, probablemente la mayor cantidad entre todos los hoteles del país, según aseguraron allí otros representantes del sector.
Gladys Ash, joven especialista en la labor de marketing online, explicó al respecto todo lo que hacen y pueden mejorar en función de motivar a sus clientes para que escriban y valoren sus experiencias en los sitios web más reconocidos, para incrementar la reputación del hotel, también uno de los que mayor puntuación tuvo en la capital durante el 2019.
No obstante, también emergieron problemas externos e internos que requieren de atención, como son los todavía altos márgenes comerciales de las entidades suministradoras de insumos al turismo, la obsolescencia tecnológica de parte del equipamiento de climatización —responsable del 75 % de su consumo energético— y las dificultades para garantizar los mantenimientos constructivos, imprescindibles en una edificación nonagenaria.
Resultaron claves las observaciones de Cristina León Iznaga, presidenta de la cadena hotelera Gran Caribe, quien insistió en las reservas de eficiencia existentes, sobre todo en el empleo de los portadores energéticos. “No es posible que si hay menos turistas, los consumos de agua y electricidad sean los mismos”, advirtió.
La excesiva concentración de la cartera de eventos del país en determinados meses fue otra sugerencia interesante que derivó de los planteamientos en la asamblea y que apoyó Víctor Lemagne Sánchez, secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Hotelería y el Turismo, quien abogó además por implementar fórmulas de retribución más estimulantes para sus empleados.
Luis Manuel Castanedo Smith, secretario general de la CTC en La Habana, resaltó el compromiso del experimentado colectivo con el cumplimiento de un plan que evidentemente nació con las opiniones de sus trabajadores. “En el Hotel Nacional —enfatizó—nunca se dan por vencidos”.