Hace poco más de dos años la incertidumbre había encontrado cobija entre los trabajadores del Complejo Lácteo de La Habana. Los niños capitalinos no recibían yogur y mientras directivos y funcionarios aseguraban soluciones, en el cuarto mes del 2017 el Complejo no fabricaba nada de ese preciado alimento.
“Pero el país confió en nosotros y las inversiones se hicieron realidad —nos dice Mercedes Hérnández, la secretaria general del buró sindical—. Y ya ve, hoy las cosas son diferentes. Desde julio del 2018 en todos los meses recibimos estimulación salarial, lo que indica que estamos produciendo bien y los niños reciben su yogur”.
Por su parte, Chelenin Darias Jorge, director general, habla igual idioma. “La empresa despegó en mayo del 2018 garantizando las 12 bolsas del yogur normado, y paulatinamente vamos dando respuesta a la demanda del que se vende en forma liberada. Fíjese usted, hoy tenemos un surtido de 26 productos, incluso algunos que tributan a la exportación”.
Desde el año 2016 se han invertido en el Complejo casi 23 millones 500 mil pesos, de ellos más de 15 millones 600 mil en CUC. Entre los trabajos que se acometieron están el montaje de dos calderas, la reposición de más del 70 % del parque de transporte de distribución, la construcción de la llamada sala de control, y ya pueden apreciarse los toques finales a las plantas de yogur. De allí saldrá el de soya para los pequeños de la capital, y 25 toneladas diarias envasadas en potes del tipo termo, conformados para su comercialización.
Asimismo una nueva línea para mantequilla en minidosis y que deberá entrar a producir en el mes actual, y otra para el poco conocido miragur, una bebida láctea a partir del suero resultante luego de la elaboración del queso.
Sin duda las inversiones han dado un respiro, al punto de que este año la inmensa empresa será la sede de las festividades centrales por el Día del Trabajador de la Industria Alimentaria, el 25 de enero.
¿Qué más han hecho?
“En las últimas etapas —refiere Chelenin— nos comprometimos en la reparación capital de la fábrica de helados Coppelia, donde montamos una planta para 30 mil potes cada día en dos formatos diferentes. Además en la UEB Helados Matilda instalamos una línea para 5 mil potes por hora y que comenzará a producir en pocos días”.
Agregó que también fue inaugurada una miniplanta de helados en la UEB Algibe, que ubicada en Mayabeque cubre el 70 % de la demanda del alimento en esa provincia. Entre esas tres líneas fabricaremos 80 mil potes de helados diarios. “Hasta ahora el monopolio era de la Nestlé. Ahora hay que contar con nosotros”, dijo.
También en el 2019 el colectivo de trabajadores del Complejo logró la recuperación capital del frigorífico, aunque aún les restan la sustitución de los llamados difusores.
¿Y para el 2020?
El director general parece feliz al detallar lo que han previsto para el año que se inicia. “Traslado y reparación de la planta de leche de soya, lograr las 160 toneladas diarias de yogur de soya —serán 200 cuando sumen las de Mayabeque—. Realizar la modernización total de la planta de helados Matilda y con ello alcanzar los 20 mil galones diarios en tres formatos. Además, concluir la reorganización del plantel industrial de la empresa y el equipamiento de la fábrica de quesos Siboney”.
¿Acabaron los complejos del Complejo?
El optimismo invade hoy el alma de sus más de 2 mil 265 trabajadores y por ello piensan en grande: prevén iniciar este año exportaciones de algún nivel de queso azul a destinos del Caribe. “Si no nos proponemos eso no lo haremos nunca”, dice el director general. Además, tenemos la vista fija en un objetivo: decirle al país que nosotros produciremos el dinero necesario para financiar la fábrica y el envase para la línea de yogur termo conformado. Hoy el país gasta 3,5 millones de dólares en esa tarea y nosotros tenemos que encargarnos de eso”, concluyó Chelenin Darias, el director general.