Enero de 1939. Marinos del acorazado nazi Schleisein, de visita en la rada capitalina, quisieron depositar una ofrenda floral en la estatua del Apóstol erigida en el Parque Central.
El hipócrita gesto de los representantes del fascismo tuvo que llevarse a cabo en medio del repudio de un grupo de dignos jóvenes habaneros, quienes al no poder impedirlo, expresaron su repulsa con los puños levantados en señal de indignación..
Para mayor bochorno, como denunció el periódico Hoy, los jóvenes fueron injustamente detenidos y multados por su defensa de la figura del Maestro.
El hecho provocó la condena del comité organizador del Congreso donde quedó constituida, justamente el 28 de enero, en homenaje al Héroe Nacional en el aniversario de su natalicio, la Confederación de Trabajadores de Cuba, encabezada por Lázaro Peña.
“Queremos aprender de Martí que unió a todo el pueblo contra la España cavernaria y déspota”, había dicho Lázaro en la inauguración del cónclave. La prédica unitaria del más universal de los cubanos había servido de inspiración a los abnegados cuadros sindicales que en ese histórico enero, después de una ardua labor desde la base, habían logrado reconstruir el movimiento sindical tras la desarticulación sufrida a manos de la reacción, y formado una central sindical única.
El ultraje que significó colocación de la ofrenda floral por los marinos nazis no quedó su respuesta por parte de la recién constituida CTC. En la noche del día 28, el pueblo, congregado espontáneamente acompañó con aplausos la manifestación que partió del Parque de la Fraternidad, al frente de la cual marchaban los delegados al Congreso y sus dirigentes electos encabezados por su secretario general, hasta llegar al monumento donde el Apóstol
Recibió de ellos una enorme corona de flores blancas y el mejor de los tributos: la unidad