La idea de que la democracia cubana no tiene que envidiarle nada a la de ningún otro país se sustenta en la singular forma en que los propios vecinos en asambleas dentro de la circunscripción postulan a los delegados, pues no son candidatos de ninguna organización, ni nominados según intereses específicos.
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Es el propio pueblo quien los elige para integrar las Asambleas Municipales del Poder Popular, y al votar por ellos, también les deposita la confianza para cumplir lo establecido en el Título XI de la Ley Electoral, que en su Artículo 240 dice: “Los delegados a las asambleas municipales del Poder Popular se reúnen por derecho propio constituidos en colegios electorales en la fecha fijada, en el local que se acuerde, para elegir, mediante el voto libre, igual, directo y secreto, al gobernador y al vicegobernador provinciales.”
Así sucederá el próximo 18 de enero (fecha fijada por el Consejo de Estado) cuando sucedan las elecciones a gobernadores y vicegobernadores provinciales, primeras en nuestro país tras la reforma constitucional del pasado año, que aprobó esta nueva estructura de gobierno territorial.
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Los Gobernadores que resulten electos representarán al Estado en su territorio por un período de cinco años y serán los máximos responsables ejecutivo-administrativo en su provincia. Para eso solo requerirán ser ciudadano cubano por nacimiento y no tener otra ciudadanía, haber cumplido treinta años de edad, residir en la provincia y hallarse en pleno goce de los derechos civiles y políticos.
Esta figura rinde cuenta e informa de su gestión a la Asamblea Nacional, al Consejo de Estado, al Consejo de Ministros y al Consejo Provincial.
Por su parte, el vicegobernador es elegido en la misma forma, por igual periodo y se le exigen los mismos requisitos que al Gobernador, según la Ley Electoral recién aprobada.
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