Hace solo unas horas, la Federación Cubana de Béisbol expuso las razones alegadas en un comunicado (con fecha 31 de diciembre) de Juan Francisco Puello, comisionado de la Confederación de Béisbol Profesional del Caribe, para no invitar al campeón de la 59 Serie Nacional de Béisbol a la venidera Serie del Caribe en San Juan, Puerto Rico.
Vayamos por parte. Es cierto que Cuba va a la Serie del Caribe como invitada desde el 2014, después de un largo período sin concurrir a ella por argumentos expuestos en su momento y que tuvieron un antecedente puntual: el retiro descarado de la sede que nos correspondía en 1961 por parte de Ford Fricks, comisionado de Grandes Ligas, quien sembró entonces la matriz de opinión de “falta de garantías y seguridad para los jugadores”.
Por supuesto, eran años en que Cuba erradicó la liga profesional y dio paso a las Series Nacionales, por lo que atacar el deporte revolucionario formaba parte de la estrategia del Gobierno de Estados Unidos. Y el béisbol era un corazón importante.
Sin Cuba el evento entró en crisis y hubo una ruptura de nueve años sin celebrarse hasta que apareció en el calendario en 1970, en tierra venezolana. Con vaivenes de organización y crisis económica, poco a poco volvió el acercamiento de la Confederación a nuestro béisbol y de ahí surgió la invitación, que se extendió desde el 2014 hasta la pasada edición en Panamá.
¿Qué pasó ahora? ¿Por qué el tema del reingreso de Cuba, solicitado en más de una ocasión y presentado oficialmente con abogados en mayo del 2019, no se ha hecho efectivo? ¿Es realmente un tema de bloqueo lo que impide ser de nuevo miembro pleno de la Confederación? ¿Qué dicen los Estatutos?
En una entrevista concedida a este reportero el pasado año, Puello aseguró: “Se necesita una licencia de la Ofac para que Cuba pueda ser miembro pleno de la Confederación y pueda recibir los premios metálicos individuales o colectivos, así como organizar una Serie en La Habana, pues eso equivale a derogar dinero de la Confederación y el bloqueo de Estados Unidos impide hacer transacciones directas”.
Sin embargo, tras una investigación jurídica rigurosa y el examen a fondo de los Estatutos de la Confederación por parte de nuestros especialistas (no están públicos en Internet), desde el punto de vista formal nada lo impide y no se necesita tal licencia, ya que la Confederación es una organización independiente, radicada en República Dominicana y que solo tiene contrato con Grandes Ligas para el tema de las ligas invernales adscritas a ella.
La aceptación de Cuba depende exclusivamente de la Asamblea de la Confederación, integrada por los titulares de las cuatro ligas profesionales miembros y los dueños de sus equipos: Venezuela, México, Puerto Rico y República Dominicana. Y eso es quizás hoy lo más decisivo en cuanto a nuestra participación, pues entonces no seríamos unos invitados a una fiesta a quienes se les excluye cuando quieran o manden otros intereses, sino que nos correspondería por derecho estar y habría que vencer todos los obstáculos para garantizar nuestra presencia.
Finalmente, un detalle bajo y falso es enviar un comunicado, decir que se hicieron gestiones con el consulado estadounidense en tierra quisqueyana y, una vez que la Federación Cubana expusiera su posición de ir (para eso hasta se ajustó el calendario semifinal a cinco juegos), publicar 12 horas después en el sitio oficial de la Confederación que Colombia es el país sustituto, con calendario ajustado a los horarios que tendría Cuba.
Era mejor hablar claro desde el principio. Podemos entender cuán grandes son los tentáculos del dinero, las Grandes Ligas y del Gobierno de Estados Unidos, pero tomarnos el pelo es inadmisible. Y cuando se trata de pelota se traduce a una posición de principios.