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Bloquera de Las Guásimas: Donde la noche no se hizo para dormir (+ Fotos)

Desde hace ya varios meses constructores de Las Guásimas, un pueblito justo en las estribaciones de la urbe habanera, echan por tierra aquello de que la noche se hizo para dormir, pues cuando el cálido colchón o los brazos de la mujer amada incitan a irse a la cama, ellos empinan su esfuerzo en la fabricación de bloques.

Foto: Agustín Borrego

No es que les guste laborar entre las nueve de la noche y las cuatro de la madrugada, haya frío o calor, lluvia u otro contratiempo. Creo que a nadie le entusiasme siquiera esa idea. Pero de seguro saben de la necesidad que tiene el país, la población, de que los grandes consumidores de electricidad muevan sus horarios de labor para no coincidir con los horarios pico, los de mayor demanda de esa importante energía.

Reinaldito, uno de los dos operadores de planta. Foto: Agustín Borrego

Entonces se van a “la pincha” sin reparo, convencidos del bien, como acostumbrados a ese esfuerzo, aunque todos sepamos que costumbres como esas no existen. No es nada fácil mover su horario habitual de siete de la mañana a cuatro de la tarde para el horario que actualmente tienen. Antes eran dos turnos, hoy es solo uno.

De noche son muchos los inconvenientes

“No se llame a engaño; es muy difícil trabajar de noche. Son muchos los inconvenientes”, dice Roberto Díaz, jefe de planta. “Aunque la mayoría vivimos cerca de la bloquera, hay roturas que no se pueden resolver en la madrugada y hay que esperar a que sea de día.

“Mire usted —agrega—, hoy se nos rompió una bomba eléctrica y no pudimos arreglarla. Eso nos costó que se parara una planta y tendremos que repararla por la mañana. Es decir, ya no serán siete u ocho horas de trabajo, sino muchas más”.

“Si no hubiéramos tenido ese contratiempo, yo me hubiera podido ir al amanecer, ahora tendré que irme cuando arregle la bomba y no sé a la hora que será. Así lo exige el trabajo, aunque con esta llovizna me gustaría estar en mi casa”, dice Ricardo, a cargo de la parte técnica.

“Otro ejemplo —añade el jefe de planta—, llevamos cuatro días con el cargador roto, el equipo que sirve para trasladar los bloques y ponerlos a secar. El que estamos usando es prestado, de otra UEB que trabaja de día. Cuando nosotros terminamos lo mandamos para allá y cuando ellos concluyen, por la tarde, lo vuelven a mandar para acá. Si no fuera así, no podríamos trabajar”.

Alfredo Pérez Suárez, director de la UEB, imparte instrucciones a un ayudante de planta. Foto: Agustín Borrego

Son dos plantas de fabricación con tecnología española, una que data de 1989, y los enorgullece, porque fue fundada por Fidel. “Esa es la más vieja, y debe producir unos 900 bloques cada hora. Por estos días sumamos 6 mil 720 unidades por turno de trabajo. Y otra planta más nueva, muy moderna, con solo cinco años de explotación y que está en condiciones de lograr más de 9 mil 200 bloques por jornada. En total hacemos casi 16 mil diarios y 321 mil 800 mensualmente”, nos asegura el jefe de planta.

Cada madrugada siete u ocho compañeros se encargan de la fabricación en las dos plantas. “Mañana serán otros tantos, no los mismos de hoy, porque trabajan días alternos —refiere Antonio Reyes, el segundo al mando de la UEB—. De las tres bloqueras que tiene la empresa esta es la única con este horario nocturno”, comenta.

Los bloques salen en las bandejas luego de endurecidos. La carencia de estas constituye uno de los principales problemas para el colectivo de la bloquera de Las Guásimas. Foto: Agustín Borrego

La bloquera pertenece a la UEB Raúl Salgado Espinosa, una de las 10 que conforman la empresa Horter, dedicada al hormigón y terrazo. “Somos 85 trabajadores y también tenemos una fábrica de cemento cola y otra para mosaicos, pero la única que trabaja de madrugada es la bloquera”, subraya Alfredo Pérez Suárez, director de la UEB.

“El bloque es un producto con mucha demanda en el país. Aún recordamos los días posteriores al tornado de enero. Ahí nos vestimos de largo, como se dice, pero siempre de día. Y cuando el Presidente Díaz-Canel habló en septiembre y expuso la difícil situación con la disminución del combustible, de inmediato adoptamos el actual horario nocturno. Todo el mundo aceptó el acuerdo.

“Estuvimos unos días sin producir y cuando reiniciamos no fue al ciento por ciento, sino poco a poco, en función de la cantidad de combustible que recibíamos y de los áridos que nos llegaban con mucha intermitencia. Ahora trabajamos para las construcciones que se levantan en la Zona Especial de Desarrollo Mariel, para obras sociales”, recuerda el director.

No obstante esa etapa llena de dificultades, ya para finales de noviembre acumulaban el 92 % de los 3 millones 600 mil bloques. “Es que nosotros tradicionalmente trabajamos todos los días de la semana mientras tengamos áridos”, afirma.

¿Cómo son los salarios, qué atención reciben?

Así y todo, los salarios andan bajos. “Aunque seguimos cobrando por resultados, ya no son los tiempos en que ganábamos mil 800 o 2 mil pesos mensuales”, indicó Roberto.

Acusan la falta de los áridos imprescindibles para los bloques y tienen un problema grave: la falta de las llamadas bandejas, los elementos donde se les da la fortaleza al bloque. Son importadas y muy caras; cada una puede llegar a costar hasta 60 euros. Si tuvieran todas las que necesitan, las producciones podrían ser más elevadas.

Pregunto entonces: ¿Qué tal la atención alimentaria, fundamentalmente, en este horario de la madrugada? La respuesta me sorprendió. Reciben 60 centavos en CUC diarios para alimentación, pues no tienen comedor. Dada la cercanía de sus moradas, comen en sus casas y parten a la bloquera.

Pero no tienen merienda, ni café en sus horas de labor. A pesar de ello, Omar, uno de los dos operadores, Lorenzo, Orlando, Reinaldo y los demás, convierten la noche en día.

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