Carlos Acosta es una celebridad de la danza, aunque eso para él no es motivo de particular orgullo. Su orgullo es trabajar. Tenía mucho, muchísimo talento, pero reconoce que sin el esfuerzo diario, inculcado por sus maestros, no hubiera llegado muy lejos. Ahora mismo el día le resulta corto para todo lo que tiene que hacer, pero así y todo encontró tiempo para responder las preguntas de Trabajadores. No quiso hablar de él mismo, sino de la compañía y la academia que dirige en Cuba. Eran un sueño largamente acariciado, hoy son una realidad.
A cuatro años de creada, ¿hasta qué punto Acosta Danza se parece a la compañía que soñó?
Cada día se parece más. Siempre he dicho que esto es un proceso largo porque una compañía no madura su identidad en pocos años. Pero con Acosta Danza ha ocurrido algo asombroso porque los especialistas dicen que ya comienzan a notar cosas diferentes. En la gira que acabamos de realizar por el Reino Unido la acogida del público y de la crítica fue asombrosa, y algunos periódicos comentaban que estaba naciendo una nueva manera de asumir la danza en Cuba y celebraban eso. Pero aún no hemos llegado. Estamos trabajando para seguir desarrollándonos.
¿Se puede hablar de un estilo en la compañía que vaya más allá de la poética de los coreógrafos con los que han montado?
Todos los coreógrafos que han trabajado con nosotros lo han hecho desde un pie forzado: Cuba y su cultura. A todos les pido que se inspiren en nosotros, en nuestra música, en nuestras historias y temperamento, para crear sus obras. Y han salido cosas muy buenas. Ahí está Imponderable, del español Goyo Montero, coreógrafo residente de Acosta Danza que, con la música de Silvio Rodríguez, habló de nuestras preocupaciones con una atmósfera escénica espectacular.
La coreografía de Pontus Lidberg, Paysage, soudain, la nuit, también es un buen ejemplo. Lidberg es sueco, pero tomó un tema de Leo Brouwer y con los bailarines comenzó a investigar sobre los movimientos de la rumba cubana. Paysage… es como una fiesta en el campo al atardecer, algo muy hermoso que alegra al público, con una instalación de la artista Elizabet Cerviño en la escena que le da una visualidad original.
También la española María Rovira creó Impronta, un solo que tiene movimientos del folclor afrocubano desde la danza contemporánea. Esa línea sobre la cubanidad, junto a la calidad de los bailarines de Acosta Danza —que pueden bailar cualquier cosa— es lo que marca el estilo de la compañía, más allá de la poética personal de cada coreógrafo.
¿Qué hace falta para ser un bailarín de Acosta Danza?
Ser buen artista, con la mejor técnica danzaria posible y determinadas condiciones físicas que le permitan asumir la danza contemporánea y folclórica, pero también el ballet. Otra cosa que observo mucho es la calidad humana, la disciplina y el respeto. Esto es muy importante porque una persona problemática, por mucho talento que posea, puede poner en crisis el trabajo de todos. En esto tratamos de tener cuidado. Me enorgullece que nuestros muchachos son tremendos bailarines, inquietos artísticamente y son personas tranquilas, inteligentes y educadas. Es muy fácil trabajar con personas así y concebir una familia.
Teniendo la posibilidad de armar un grupo en el extranjero, ¿por qué fundó Acosta Danza en Cuba?
Una compañía de danza es como una gran vitrina cultural y es una buena manera de hacer que nuestra cultura llegue a todas partes, que se inserte en el mundo con todo el valor que tiene. También es mi mejor manera de agradecer y rendir tributo. Por eso, además de los bailarines y los temas cubanos, con Acosta Danza trato de promover la música, las artes plásticas, a los coreógrafos de nuestro país, tanto los consagrados como los jóvenes. Los espectáculos de la compañía buscan ser muy contemporáneos, internacionales, pero son fundamentalmente cubanos.
Por una cuestión de capacidad no todos los bailarines que estudian en la academia de Acosta Danza se van a quedar en la compañía. ¿Por qué creó esta escuela danzaria?
La idea tomó fuerza en los primeros días de Acosta Danza, cuando los bailarines, formados en diferentes expresiones de la danza, tuvieron que aprender a moverse de otra forma para lograr ese estilo que mezcla todo tipo de danza.
Fue un tiempo muy difícil para los bailarines y las maestras. Los estudiantes cubanos se forman en ballet o danza moderna-contemporánea o folclor, pero era difícil encontrar en Cuba un bailarín que tuviera un dominio integral de todas estas expresiones, algo que sí se va haciendo común en las grandes capitales de la danza internacional.
Por eso decidí crear la escuela, para formar este bailarín, que me sirva para asegurar una cantera para Acosta Danza, pero que también pueda integrar cualquier compañía del país, con una preparación que le permita bailarlo todo.
Directores de las compañías pudieran agradecer bailarines así, pues les posibilitarían abrir mucho más sus campos expresivos. Por eso nuestra academia no es solo para el beneficio de Acosta Danza, sino para tributar a toda la danza cubana y un poco más allá, pues tenemos estudiantes extranjeros que se forman en Cuba gracias a becas que otorga Carlos Acosta International Dance Foundation, organización creada para que los jóvenes talentosos del mundo que no puedan pagarse los estudios de arte, puedan venir a Cuba a terminar su formación, sin costo alguno y con todo asegurado.
¿Qué les aconseja a los bailarines que comienzan?
Que estudien y trabajen mucho. El que entra en este mundo debe tener la conciencia de que la danza no admite términos medios, ni mucho descanso. La danza es una profesión para gente sacrificada y trabajadora, porque el talento natural tampoco llega lejos si no lo pules con disciplina y constancia.
Esta es una profesión muy competitiva, que incluso puede ir contra las reglas de la naturaleza. Por eso hay que esforzarse y vivir para la danza. Hay que estudiar la historia de la danza y estar actualizado con lo que está pasando ahora en el mundo con este arte. Es la manera de estar en el buen camino.
El 3 de enero del 2020 Acosta Danza debutará en Chile como parte del Festival Internacional Santiago a Mil. Por vez primera la compañía actuará en América del Sur. El fin de semana habrá presentaciones en el Teatro Municipal Las Condes de Santiago de Chile y posteriormente en otros escenarios de esa capital y la ciudad de Antofagasta. El programa está compuesto por Imponderable y Alrededor no hay nada, del español Goyo Montero —coreógrafo residente de la agrupación—. De Sidi Larbi Cherkaoui se bailarán los duetos Fauno y Mermaid, este último interpretado por Carlos Acosta. También Soledad, dúo de Rafael Bonachela; Diez, de Jorge Crecis, y La muerte de dos cisnes, recreación a partir de la coreografía de Mijaíl Fokin.