Varadero no se contenta con ser reconocida como la segunda mejor playa del mundo, elegida por las halagüeñas reacciones de usuarios de TripAdvisor, y aspira a ocupar el primer puesto en el 2020, una meta posible muy relacionada con la gestión de ese paraje de ensueño en la cual prima la ciencia.
Desde el manejo de residuales procedentes de las instalaciones hoteleras, el empleo de infraestructura amigable con el medio ambiente, hasta la erradicación de plantas invasoras a favor de la vegetación nativa, son diversas las acciones que contribuyen a mantener la belleza del principal balneario cubano.
Una prueba del equilibrado maridaje entre desarrollo socioeconómico y conservación de la naturaleza la ofrece el polo de sol y playa situado a unos 120 kilómetros al este de La Habana, donde está presente la industria petrolera sin mermar los encantos de la Península de Hicacos.
Existe el propósito de que, en el calendario entrante, el 95 por ciento de los hoteles de Varadero posean la certificación de Playa Ambiental referida al buen manejo de ese ecosistema, y conferida por el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA).
No por gusto el balneario fue sede reciente del VI Simposio de Manejo Integrado y Gestión Ambiental de Playas y Ecosistemas Costeros VARAPLAYAS 2019, que reunió a Colombia, Italia, México, Francia,
España y Cuba, y durante el cual se reconoció el rol de la ciencia en la preservación de ese ecosistema.
Como reconoce Katia González Rodríguez, directora del Centro de Servicios Ambientales de Matanzas, la labor de los expertos también se enfoca en la sensibilización de visitantes y residentes.
A la educación ambiental contribuyen iniciativas como el atractivo diseño de la señalética o la ubicación de nuevas pasarelas para el acceso al mar de los bañistas sin dañar el entorno natural, fabricadas con materiales sintéticos y de alta durabilidad como alternativa a la madera.
Un ambicioso proyecto, que comenzó a ejecutarse este año en Varadero, implicará verter más de un millón de metros cúbicos de arena para contrarrestar los efectos de la erosión en algunos sectores, y así dejar el escenario listo para su uso turístico y recreativo, como parte de una solución de probada eficacia.
Con la visita de más de millón y medio de turistas en lo que va del ejercicio en curso, y la pretensión de sumar otras mil habitaciones para 2020, los retos en la ciudad balneario se multiplican, también en lo referente a la preservación de su preciada duna.
Todo indica que el futuro del principal polo de sol y playa cubano seguirá ligado a los avances de la ciencia y la técnica en el futuro, siempre con soluciones amigables con la naturaleza.
(Tomado de ACN)
