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Para el cliente, lo mejor

Nueve en punto de la mañana. Las puertas se abren y un: “buenos días, pase, sea bienvenido”, te recibe. El lugar es la UEB Tienda El Ganadero, unidad perteneciente a la Empresa Pecuaria Triángulo 3, en Camagüey, la cual le presta servicios de venta de insumos por estímulo a los trabajadores del sector de la agricultura en la provincia.

 

Para Susana,  la tienda es su todo y en los trabajadores inocula esa pasión por hacer bien el trabajo. (Foto: Gretel Díaz Montalvo )

Una vez dentro, una de las dependientas guía al cliente por la instalación; otra, muestra las ofertas; algunas sacan cajas del almacén “para que el cliente escoja y vea lo que hay”, alegan.

Y Telvis Estrada Vázquez, quien trabaja en la delegación de la agricultura en el municipio agramontino de Esmeralda, es de las primeras entrar. Ella nunca había ido a la tienda. “Yo antes compraba en otro lugar – explica – y hasta ahora todo me parece bueno. Pensé que me encontraría con lo de siempre: jabones, champú;  pero no, me llevo otras cosas muy útiles como ropa, calzado, incluso juegos de sábanas. Y lo mejor, que si quiero no gasto todos los puntos hoy y vengo otro día hasta satisfacer mis necesidades. Esa es tremenda ventaja”.

La génesis

En 1999 decidieron crear las tiendas de estímulo para alentar la eficiencia en las entidades productivas. En un inicio rondaba casi las dos centenas la cantidad de establecimientos de ese tipo, pero al pasar el tiempo quedan en el país menos de cinco, y en Camagüey, solo una.

El Ganadero durante 20 años ha obtenido la condición de Vanguardia Nacional, ha recibido reconocimientos del Comité Provincial de la CTC, los CDR y otros organismos. Pero, ¿cómo lo han logrado, cuál es el secreto?

La gestión empresarial, las cifras de ventas que superan las de gastos, la hermandad, el buen trato, bien pudieran ser la respuesta. No obstante,  para los 17 trabajadores la razón del éxito es Susana Pardo Rodríguez, la madre-directora del local.

Desde que se orquestó el sueño,  ella asumió la dirección. Nunca pensó que una maestra de formación duraría más de 20 años en ese lugar, ni que tal espacio se convertiría en la parte más importante de su vida.

“La entrega al trabajo lo aprendí de mi madre. Ella me formó bajos esos preceptos y siendo muy pequeña me llevaba a lugares intrincados para, juntas, ayudar a otras mujeres como miembros de la FMC”, señala la dirigente.

Quizás por eso no es de extrañar que Susana sea también, por más de dos décadas, miembro del Secretariado provincial de la organización femenina y la haya representado en cuatro congresos. O que embullara a sus compañeras de trabajo, que son mayoría, 13, para insertarse en los eventos de mujeres creadoras, en las actividades por los días de la mujer rural, aún cuando viven en el asfalto.

Las dependientas aseguran que no es un simple lema que los clientes tengan la razón, para ellas el público es su razón de ser. (Foto: Gretel Díaz Montalvo)

“Nosotros no estamos vinculados directamente al campo – acota –, pero pertenecemos al sector agropecuario. Por eso,  en una ocasión respondimos al llamado de aumentar niveles productivos y decidimos, por allá por los 2000 y durante unos 10 años, agrupar en el patio unas 120 gallinas. Esa producción la entregábamos a círculos infantiles cercanos, a la Empresa y a los trabajadores”.

El espíritu de entrega también los guió a participar en trabajos voluntarios, a construir con sus manos un almacén nuevo, pintar y remozar la instalación sin gastar un peso de más. “Es que el ahorro siempre es nuestra meta”, dice Susana.

Y la emulación también. “Ese es el motor impulsor y no podemos dejarlo perder. Mensualmente se hace una evaluación y a los más destacados se les entrega una escultura en forma de liebre. Desarrollamos cumpleaños colectivos con la familia y mantenemos el reconocimiento moral y material para motivar e incitar al buen desempeño”, cuenta Susana.

“Cada trabajador – continúa – sabe de los planes de ventas, de cómo marchan los números, ya que los elementos de gasto los protegemos y el inventario es diario”.

Esa eficiencia ha permitido que en la tienda se pueda colgar, por años, una bandera de Vanguardia Nacional, la cual constituye, además, recordatorio de que solo con esfuerzo se alcanza y de que hasta tuvieron que, durante más de una década, prescindir de la auxiliar de limpieza, tarea que asumió Susana, para ahorrar dinero y no perder la condición.

Diferencias que los hacen únicos

Buscar alternativas, variar las opciones de venta, ha sido un leitmotiv no escrito para los de El Ganadero. Por ello, desde hace tres años y atendiendo a las capacidades, comenzaron a extender su misión más allá del sistema de la agricultura y buscaron clientes en otros sectores de la economía.

Para sostener ese objetivo,  contrataron otros suministradores como Cimex y el Fondo de Bienes Culturales, que les entrega la mayor cantidad de productos. “Una queja usual de los trabajadores es la mala calidad de la ropa de presencia y la poca variedad, por eso nos apoyamos en diferentes proveedores y así aprovechamos lo nacional sin necesidad de importaciones”, asegura Susana.

Como el cliente es lo más importante en la unidad,  permiten que las familias acompañen al comprador, el cual, como ventaja, puede acudir al local tantas veces sea necesario en el año hasta agotar sus necesidades.

El área de venta liberada resulta atractivo para los clientes, ya que pueden adquirir más productos además del módulo. (Foto: Gretel Díaz Montalvo)

“Eso es algo único de aquí. Al cliente le creamos los mecanismos contables necesarios para que pueda venir cuando lo desee y eso gusta mucho”, asegura Ámbar González Cabrera, una de las dependientes. Bebita, como también le conocen, añade que otra opción que gusta es la carroza, que es cuando ella y otras se montan en un carro y van a vender a los montes intrincados para evitar que el campesino tenga que dejar su finca y perder un día de trabajo.

El área de venta liberada también puntea como lo más destacado, ya que luego de agotado su crédito, el cliente puede adquirir lo que allí se oferte, lo cual tiene un precio inferior al del mercado minorista.

Todos los días del año los trabajadores de El Ganadero se desvelan pensando en qué más ofertar, en cómo ser mejores y en cómo lograr que el cliente, su razón de ser, se sienta como en casa y satisfecho con sus ofertas, quizás por ello muchos camagüeyanos quieren comprar allí.

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