Con la esperanza de encontrar mejoría en su padecimiento, Samuel Saracual, un adolescente de 12 años de edad, llegó a la Sala de Rehabilitación del Centro de Diagnóstico Integral Rosalía Donoso, de este municipio Maturín, en el estado venezolano de Monagas.
Según relata Felipe Suárez Herrera, licenciado en terapia física y rehabilitación a cargo del tratamiento, “Samuel llegó a principios de septiembre en silla de ruedas. Prácticamente sin caminar, no se paraba, con las extremidades inferiores en total inflexión y con el pronóstico de recuperación en un tiempo superior al mes”.
Al pequeño lo intervinieron quirúrgicamente en el hospital municipal Manuel Núñez Tobar, “porque tenía los pies en rotación interna y fue necesario partir la parte tibial para llevar sus piernas a la normalidad, y ahora aquí trabajamos para que esas extremidades cojan la fuerza muscular que necesitan y, como ve, ya le falta muy poco”, dice satisfecho el especialista.
“En la recuperación Samuel ha colaborado bastante”, afirma Suárez Herrera, y el niño, que ha seguido atento la conversación, sonríe y asegura “pronto comenzaré las clases en el Liceo”, al que no ha podido ir por la convalecencia, pero sabe que muy pronto podrá jugar sin complejos con sus “panas” de la escuela y del barrio.
Por eso Samuel está contento y celebra la manera en que lo han tratado los rehabilitadores, “ellos son cariñosos, me ayudan mucho”, afirma, y es una suerte para los más 957 mil 170 habitantes de este estado de la región nororiental de Venezuela contar con instituciones médicas que, como esta, contribuyen a la inserción social de los aquejados con la menor discapacidad posible.
Y a Lurvelis Vegas, la tía que lo acompaña en el proceso rehabilitador, no le cabe la alegría en el pecho. “Ha avanzado demasiado, no corre; pero ya camina”, dice visiblemente emocionada y agradece la buena evolución a los desvelos del equipo médico que lo operó y a los rehabilitadores, en el que forman en equipo especialistas cubanos y venezolanos, estos preparados por sus colegas antillanos.
“En este y otros casos atendidos ha sido un trabajo mancomunado de todo el servicio, incluidos los estudiantes venezolanos que se han graduado con nosotros en esta especialidad. Ellos asumen con mucha responsabilidad el trabajo en la sala bajo mi supervisión y orientación, y los tratamientos muy puntuales los asumo, pero mis colegas están muy bien preparados, y así cumplimos el propósito de forjar el relevo para llevarle más salud al bravo pueblo de la patria de Bolívar”, remarca el fisioterapeuta cubano.
Felipe anda ya por su tercera misión consecutiva en Venezuela que suman una experiencia de nueve años, “primero cinco, después dos, y ahora dos más. Ya estoy terminando”, comenta y recuerda “que fue fundador de este CDI en el 2006, cuando inauguraron la Sala de Rehabilitación Integral”, y refiere que siempre se ha mantenido como un Centro de Alta, de referencia, por las características del personal médico y la buena valoración de los pacientes, “pues han sido atendidos enfermos con patologías serias y siempre hemos salido adelante”.
Lástima que sobre esas buenas prácticas pese al bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra Cuba y Venezuela devenido principal obstáculo a los programas de atención social, incluidos en el Convenio de Cooperación Integral entre las dos naciones, son muestra tangible de respeto a los derechos humanos.