El eterno patrón del barco langostero Argus VII, aquel señor mitad guajiro, mitad pescador, sencillo como solo los hombres de mar suelen ser: Gervasio Segundo Anaya García, Héroe del Trabajo de la República de Cuba ha muerto.
Una de esas enfermedades fulminantes se lo ha llevado; ha concluido una vida de total entrega hacia el trabajo, hacia la pesca. Y el pueblo de Santa Cruz del Sur, ese que acogió como hijo natural al hombre nacido en Niquero, le dice adiós.
Le dice gracias por haber estado siempre dispuesto a no dejarse vencer por el cansancio para sobrecumplir los planes pactados con la Empresa Pesquera Industrial, Episur. Y acoge sus leyendas, sus medallas, sus esfuerzos por producir más de lo planificado. Sus entregas desinteresadas al programa materno infantil, sus donaciones al hospital municipal de equipos y dinero.
Ante el trabajo fue un hombre destacado, por lo que mereció distinciones como la Lázaro Peña, los sellos XVI y XVIII Congreso de la CTC, la Medalla Hazaña Laboral o la condición de Vanguardia Nacional en 22 ocasiones. Fue fundador de la Formación Especial Naval desde su creación, donde se desempeñó como jefe de flotilla y de escuadra. Trabajaba de conjunto con la dirección de Guarda Fronteras en el control de las costas, en la recogida de drogas y de embarcaciones para emigraciones ilegales.
Fue delegado a congresos de la CTC y Pre candidato a diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular. Su embarcación es insignia de la pesca en el país.
Es cierto que la vida de un langostero es fuerte, como confesó en una ocasión, pero siempre iba risueño por la vida, agradecido de cada obra cosechada, de sus cinco hijos, de su tripulación y de esa medalla que en el 2008 lo catalogó como Héroe del Trabajo de la República de Cuba, la que más sobresalía en su pecho.
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