La aceleración del mundo actual y la necesidad de dar visibilidad a lo que hacemos hace que el teatro haya pasado a un plano, injustamente relegado, y yo le recomiendo a los actores más jóvenes interesados en defender su vocación que no se olviden nunca del teatro, comentó Darín.
El intérprete de películas como El secreto de sus ojos, Un cuento chino y Relatos salvajes, ve al teatro como el lugar de entrenamiento por su continua movilidad, la posibilidad de elaborar un texto todos los días y repensarlo, en interacción con sus compañeros y ante una audiencia cambiante.
Darín, protagonista de una carrera genial tanto en el cine como en el teatro- habla con pasión del vértigo del escenario, el desafío y el peligro que entraña subirse a una escena.
En cine, en televisión y otros formatos tienes la posibilidad de cortar e ir de nuevo, en el teatro no, eso lo convierte en algo único y para los actores deviene una bendición, es nuestro gimnasio, el lugar donde uno aprende muchísimo de equivocarse y son cosas que quedan marcadas a fuego, subrayó.
Además, el teatro se puede hacer sin nada: una buena idea, una buena obra entre manos, un grupo de amigos actores y puedes hacer una función teatral en un patio, mientras los demás formatos necesitan muchas otras cosas, apuntó.
El artista argentino se encuentra entre los actores más reconocidos del continente, conquistó un Premio Goya en 2015, se convirtió en el primer latinoamericano en recibir el premio Donostia por su trayectoria en el Festival de San Sebastián, España, y ha protagonizado tres filmes nominados al Oscar.
Del cine latinoamericano admira la valentía de contar las historias más simples, que no necesariamente se nutren de espectacularidades.
Eso es algo de lo que podemos estar muy orgullosos y muy atentos para defender, para intentar dentro de lo posible no dejar intoxicar porque me parece que es nuestra materia prima, opinó.
Junto a su hijo Ricardo Mario Darín, conocido como el Chino, regresó al Festival de La Habana por la invitación de inaugurar el evento con una película compartida por ambos como actores y productores: La odisea de los giles, que relata una deliciosa venganza en clave de humor.
Este es el festival más popular del planeta, la avidez que tiene el pueblo cubano por ver cine, es algo que no tiene parangón en ningún lado, afirmó.
Para satisfacción del padre y del hijo, durante la primera proyección hubo ciertos remates o líneas de argumento que despiertan mucho humor y no se escucharon en el Teatro Karl Marx, de esta capital, simplemente porque el público se estaba riendo del anterior.
La audiencia no tardó en identificarse con los giles y en celebrar sus ocurrencias y victorias, como propias, una escena típica de los festivales de cine en esta isla del Caribe.