Estar ingresada durante varios días en el Hospital Clínico Quirúrgico Lucía Íñiguez, de Holguín, por padecer síntomas sospechosos de dengue, le permitió a Soremí Diéguez Zaldívar, de 24 años de edad, apreciar de cerca lo traicionera que puede tornarse esa arbovirosis, transmitida por la picadura del mosquito Aedes aegypti.
Vivir en carne propia algunos malestares de la enfermedad y observar sus estragos en la salud de otros pacientes fue suficiente experiencia para convencerse de que la hospitalización es la mejor opción para sobrellevar el peligroso virus, que puede ser mortal, y evitar el contagio de familiares y vecinos.
La realidad es que Soremí llegó al ingreso por presión familiar. Tener a su cargo dos hijos pequeños la disuadieron de acudir al médico durante los tres primeros días de malestares, en los que permaneció recluida en su casa bajo un mosquitero.
Pero el empeoramiento paulatino de su salud movilizó a la familia, que no dudó entonces en llevarla, a pesar de su terquedad, al consultorio médico, desde donde la enviaron a un hospital de campaña, y de allí hacia el Hospital Clínico Quirúrgico, porque la llamada “prueba del lazo” alertó sobre un posible dengue hemorrágico.
Su recuperación bajo estricta observación médica fue el desenlace feliz para la joven paciente, que regresó a la alegría del hogar con sus pequeños Yoendri y Sofía. Y ahora, con ellos en su regazo, confirma que no cometería de nuevo negligencia semejante.
Por desgracia, son todavía muchas las personas que, no obstante, los continuos llamados de las autoridades de la Salud Pública y los medios de comunicación, se resisten a acudir a las instituciones médicas y hospitalizarse, en franco atentando contra su propia vida.
Sobre esa peligrosa tendencia alerta la médico general integral Yenly Espinosa Serrano, quien labora en el hospital de campaña, de la Filial de Enfermería, de la oriental provincia de Holguín, habilitado para recepcionar a enfermos febriles y donde varios equipos de profesionales velan día y noche por la salud de los pacientes, mediante un protocolo establecido que contempla el constante chequeo de la presión arterial y la temperatura corporal, así como la realización de análisis de sangre y la indicación de ultrasonidos, entre otras acciones.
Espinosa Serrano explica que las personas no se deben quedar en la casa porque el dengue tiene la característica de que el paciente puede sentirse bien clínicamente, pero por dentro sus órganos se inflaman y pueden estar sangrando, que es cuando ellas dicen “se me cayeron las plaquetas o tengo los leucos bajitos”.
“O sea, el paciente se ve bien hemodinámicamente pero su organismo está fallando. Entonces, muchos bajo esas circunstancias se quedan en la casa y acuden al médico cuando avanza la enfermedad. Llegan a instituciones como estas ya con síntomas de alarma, es decir, fríos, pálidos, sudorosos, con lipotimia y las presiones muy bajas, lo que puede ser fatal”, señala.
“La situación general de los pacientes puede complicarse si tienen asociadas patologías crónicas como diabetes, asma bronquial o hipertensión. Por ejemplo, un catarro puede unirse a una bronconeumonía, y cuando se liga todo es imposible recuperar al paciente. Al afectarse las plaquetas y los leucos, se afecta todo el organismo”, subraya.
Por eso la profesional de la salud, que cumple con guardias de 24 horas, insiste en que lo mejor es ingresar ante las sospechas de la enfermedad. “La atención en nuestras salas es total hacia los pacientes. Velamos por que se mantengan hidratados con sales de rehidratación e insistimos en que se alimenten, porque el dengue da inapetencia y sabor amargo en la boca. Tomamos la temperatura, la presión y ante cualquier síntoma de alarma las medidas pertinentes”.
Yenly insiste también, que es muy peligroso el hecho de que algunos pacientes después de egresar del hospital no descansan. “Hay quienes se van para su casa y se ponen a trabajar o a hacer esfuerzos físicos sin tener en cuenta que es imprescindible guardar reposo durante 21 días para que los órganos se recuperen. Hay personas que por esa causa, incluso, han sufrido hepatitis reactivas, que pueden desencadenar en cirrosis hepática”.
Son esas razones suficientes para acudir al médico apenas el cuerpo dé las primeras señales de fiebre sin causas aparentes. La hospitalización no puede verse como “la última carta de la baraja”, sino como la “jugada” a tiempo para preservar la salud y la vida.