Este 27 de noviembre falleció Gustavo Rollé, considerado por todos, el padre la Lucha Deportiva Cubana. Hace apenas un año, había concedido a nuestro periódico una de sus últimas entrevistas. Sirva esta crónica como homenaje a su partida física.
La figura de Gustavo Rollé divisará por siempre el horizonte del movimiento deportivo nacional. Sus sueños, logros y resultados como Padre de la Lucha cubana no solo dispararon las conquistas de esta disciplina, también ratificaron que no existe obra difícil si las velas de los retos las impulsan los vientos del optimismo.
Rollé siempre cabalgó en busca de un futuro mejor. Su legado se venerará y la masa que él educó, comprometida con las ideas que había impulsado, las emplearán como herramienta pedagógica y de combate.
Muchos propósitos asumió y superó, en algunos tuvo que desenvainar la espada del decoro para que llegaran a feliz término. Siempre fue fiel a la Patria y su significado. Tal vez porque como hijo de su tiempo sabía que aferrarse a ella, y a lo mejor de sus raíces, era lo ineludible si pretendíamos sobrevivir como país.
Rollé siempre aplaudió el ritmo de los suyos. Su vigor estremecía los cimientos de los colchones de combate e impulsaba a nuevos desafíos. Con todas las armas encendidas y ausente de temores y dudas, exigía lucidez, valentía, resistencia y lealtad.
Hoy cuando su figura ya no está físicamente entre nosotros se impone desterrar el desaliento y escudarnos en su legado. A sus sucesores les queda respetar y honrar su gloria. Nuevos destinos iluminarán a la lucha cubana en los años venideros.
En todos se combatirá con la frente en alto, pues nuestros gladiadores se escudarán en lo que les inculcó su eterno Capitán. Ya se le extraña Profe. Descanse en paz. Las medallas segurirán llegando, no lo dude.