…y donde estuvo la mesa
hay una ausencia sentada
Estos versos de uno de sus poemas son hoy más vigentes que nunca: Antonio Borrego Aguilera, o simplemente Tony, siempre será Terrenal, y siempre estará entre nosotros, en cada tertulia, deambulando fraterno como pocos por las calles de Las Tunas o La Habana, o en cada reunión informal a que nos convoque la bohemia, con su voz grave y su risa ecuménica, y no importa ya que ese estar sea la ausencia sentada que previó para finalizar una de sus redondillas, haciendo un guiño cómplice al verso de una poetisa amiga muy querida.
Hombre que aunaba singularmente la condición de escritor destacado de amplio espectro con la de ser humano de excepción por la hondura de sus sentimientos, acaba de desaparecer físicamente en la ciudad de Las Tunas que lo vio nacer en 1962. No fueron sus trastornos de salud más conocidos —y que acaso no todos supimos sobrellevar como necesitaba y merecía— los que lo condujeron al final, sino una dolencia repentina que lo mantuvo semanas al borde de la muerte, mientras su corazón tremendo luchaba por la vida. Un grupo de sus hermanos poetas tuneros, que siempre estuvieron pendientes de la evolución de su grave padecimiento, entre ellos Argel Fernández, lucharon por lograr, y lograron, la edición de su más reciente libro, que llevaron a su lecho de hospital.
Antonio Borrego Aguilera es de esos hombres cotidianos de los que vale la dicha de hablar siempre en presente. Es uno de los adelantados del proceso de revitalización de la poesía en décimas con su poemario Terrenal (Primera mención del concurso nacional Cucalambé 1992; Editorial Sanlope,1993) y su membresía en el Taller Cucalambé, fundado a fines de los 80 en la ciudad de Las Tunas. Se graduó como Licenciado en Dirección Artística de los Medios Audiovisuales, en el Instituto Superior de Arte de La Habana, ciudad capital en la que radicó por temporadas y donde fungió como jefe de Promoción en la sede central del Instituto Cubano del Libro.
Tiene publicados entre otros, además del ya mencionado Terrenal, los poemarios Doy gracias a Dios de ser ateo (1991); Diapositivas (1998); Juegos lunares (1998); Juanillo (2004) y Ovejas y demonios (2007). Alcanzó el tercer lugar en el concurso iberoamericano Cucalambé 2009. En el año anterior, con su breve conjunto de poemas Paisaje familiar, había merecido el premio en el concurso nacional Décima y tradición, y esa obra fue presentada en plegable durante el encuentro celebrado en diciembre del 2009, por el aniversario 16 de la Casa Iberoamericana de la Décima Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé.
En Cuba Ala Décima pueden verse sus poemas Paráfrasis sobre la que danza una bailarina, Glosa, La playa donde amaneces y De mis abuelos a Naborí. En el XVII concurso nacional Ala Décima 2017, Tony obtuvo el Premio Especial Centenario de Francisco Riverón Hernández (segundo lugar del certamen) y el Premio Célida Cortina, de tema comunitario con su obra Glosas y azares. De esa obra es la siguiente estrofa, que glosa versos de la poetisa Ada Isabel Machín Álvarez:
Alguien derribó el portal
y se fue como quien huye.
El tiempo todo lo engulle:
el canto, la fe, la sal…
Donde tierra, lodazal,
donde alegría, punzada,
donde yo tuve una almohada
existe una mancha gruesa
y donde estuvo la mesa
hay una ausencia sentada.
Recibe dondequiera que estés, hermano Tony, este brindis por ti, y este imborrable abrazo.
MÁS SOBRE ESTE POETA:
—Con este enlace, más sobre vida y obra de Antonio Borrego Aguilera.
—En el 2018, por solicitud propia como es costumbre, Tony ingresó al Grupo Ala Décima.