Fotos: Joaquín Hernández Mena
Cuando rebasaban las 9:00 de la noche, sonaron las campanas para dar inicio a la añeja ceremonia que tendría lugar en El Templete, donde aconteció la misa primera y el primer cabildo que, el 16 de noviembre proclamó fundada, en su asiento definitivo, la Villa de San Cristóbal de La Habana, 500 años atrás.
Fue al pie de una ceiba; y ayer, cinco siglos después, otra ceiba –pero igual símbolo- volvió a recibir, como es tradición, monedas y deseos de muchos, que le dieron las tres vueltas.
No habían terminado de cumplir con ese rito todos los que esperaban junto al Templete y la noche pareció volver a rearmarse con tantas luces que le nacieron desde la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña.
Muchos decidieron contemplar el espectáculo desde el Malecón.
Alguien preguntó entre las brumas de un sueño temprano: ¿son los fuegos artificiales o es que se están cayendo todas las estrellas sobre La Habana?
Le respondieron que no se caían, sino que le estaban naciendo al cielo de La Habana 16 mil estrellas por su cumpleaños… y por Eusebio.
Una y todas las luces por San Cristóbal de La Habana y por Eusebio, que tanta alma le ha entregado, que sin siquiera proponérselo se ha ganado para siempre un sitio en la historia de esta nación, que ha defendido con dientes y pétalos.
El pasado jueves, Leal aseguraba durante la inauguración del remozado Castillo de Atarés: “…Vengo caminando hace mucho tiempo, hace muchas décadas, hace muchos siglos….»
Así ha sido y así será siempre por su Habana. Por eso, como buen caminante de siglos, seguro no andará lejos cuando su Habana llegue al milenio.
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