Majestuoso, imponente, con el propósito de demostrar que a pesar de los años continúa como una de los centros comerciales más importantes de la capital cubana – el antiguo Mercado Único, más recientemente conocido como la Plaza de Cuatro Caminos, reabrió sus puertas al público luego de una profunda reparación capital y en homenaje al medio milenio de la fundación de la ciudad de La Habana.
Nacido allá por los años 20 del pasado siglo, el lugar mostró este jueves nueva prestancia con anaqueles agradablemente surtidos, como anuncio de lo que a partir de mañana será: obligado destino para los habaneros.
El acto de reinauguración estuvo encabezado por Mercedes López Acea y Ulises Guilarte de Nacimiento, ambos miembros del Buró Político del Partido y las principales autoridades partidistas y gubernamentales de la capital habanera; y contó con una representación de quienes a pie de obra ejecutaron tan importante empeño.
Su reapertura, sin dudas momento de los más esperados en esta jornada de celebraciones por los 500 años de La Habana, constituyó, por sobriedad y solemnidad, ocasión propicia para demostrar que a pesar de las tremendas dificultades económicas, son posibles obras como esta. A simple vista se observa: dejó de ser, por el esfuerzo de cientos de trabajadores de muy diversas organizaciones empresariales, un centro comercial deteriorado.
Fueron cuatro años de dura labor para coronar la obra, y algunos de los colectivos fueron acreedores de distinciones del más alto rango, entre ellos la Brigada de Construcción e Inversiones de la Sucursal Cimex, de la provincia de Ciego de Ávila, así como la Empresa Cuba de Servicios, que recibieron la bandera de Proeza Laboral, un pergamino otorgado por la Central de Trabajadores de Cuba. Además, fueron distinguidas varias cooperativas no agropecuarias y otras entidades que con esmero y dedicación aportaron su granito de arena.
Considerado no solo una plaza de importancia económica, sino espacio para la conservación y enriquecimiento de la cultura popular y las tradiciones, el edificio constituye, con mayor hálito de grandeza a partir de ahora, un emblema arquitectónico, urbanístico y ambiental de la ciudad, e impone al gobierno de La Habana el difícil compromiso de mantener –para propios y ajenos– los anaqueles permanentemente abastecidos, con la misma vistosidad que lucieron este jueves.
Con horario de venta entre las nueve de la mañana y las ocho de la noche de lunes a sábado, y los domingos de 9 am a 2 de la tarde, los 500 trabajadores del Centro Comercial Cuatro Caminos inician el difícil propósito de mantenerse en el imaginario habanero como lo que siempre fue: lugar emblemático para el comercio de la capital cubana.