Palabras pronunciadas por Miguel M. Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de la República de Cuba, durante la cena de retribución ofrecida por Sus Majestades Felipe VI y Letizia Ortiz, Reyes de España, en el Palacio de los Capitanes Generales, La Habana, el 13 de noviembre de 2019, “Año 61 de la Revolución”
(Versiones Taquigráficas – Presidencia de la República)
Sus Majestades Don Felipe y Doña Letizia, Reyes de España;
Estimados invitados:
Deseo, en primera instancia, agradecer las palabras de afecto hacia Cuba que usted ha tenido a bien expresar y que estoy seguro de que serán apreciadas por la gran mayoría de mis compatriotas.
Asimismo, le traslado un saludo afectuoso en nombre del pueblo y el Gobierno cubanos, con los mayores sentimientos de respeto y aprecio por esta histórica visita.
La presencia por primera vez en tierras cubanas de un Jefe de Estado español para cumplimentar una visita de carácter oficial, concede especial significación a este momento, en particular, por su coincidencia con la celebración del aniversario 500 de la fundación de la Villa de San Cristóbal de La Habana, ocasión de merecido homenaje para una ciudad que atesora, como ninguna otra, la presencia multifacética de España, la fuerza espiritual que le concede la herencia de sus más diversas regiones y que con orgullo exhibe la huella indeleble de sus culturas.
Fue La Habana, como otras villas fundadas en Cuba, hogar y lugar de paso de emigrantes españoles, quienes llegaron desde los más diversos rincones de la geografía peninsular. Si en un principio fueron fundamentalmente castellanos y leoneses, a ellos se fueron sumando extremeños y andaluces, y años después las culturas gallega, canaria y asturiana, y, entre ellos, mi bisabuelo paterno y mi abuelo materno. Algunos solo estuvieron de paso, otros intentaron probar fortuna y regresaron a sus lugares de origen, y muchos de ellos anclaron sus vidas para siempre en esta tierra, que siempre les acogió en su seno.
España es una de las raíces de nuestra nacionalidad y parte indisoluble de ese mencionado “ajiaco”, tal y como nuestro ilustrado Fernando Ortiz bautizó a la composición poblacional de la isla.
Ello explica también por qué José Martí, Héroe Nacional de Cuba, alimentó en sus doctrinas el amor y el respeto a los españoles nobles, esos que forjaron con su sudor y junto a los cubanos una nueva nación. A los mejores y más puros sentimientos de los hombres, sin importar su nación o procedencia, apeló siempre el Apóstol.
Por ello, mientras preparaba lo que denominó la Guerra sin odios, pronunció su conocido discurso Con todos y para el bien de todos, en Tampa, el 26 de noviembre de 1891. Entonces Martí se preguntaba por qué habría que temérsele “al español llano, que ama la libertad como la amamos nosotros, y busca con nosotros una patria en la justicia [..] al español liberal y bueno, a mi padre valenciano […] al gaditano que me velaba el sueño febril […] al malagueño que saca en sus espaldas del hospital al cubano impotente”, y aseguraba Martí: “¡A estos españoles los atacarán otros: yo los ampararé toda mi vida!”.
Fue en esos principios de convivencia, respeto y humanidad en los que se forjó la nación cubana. Sobre sus bases retoñaron y se robustecieron las relaciones con España, sus regiones, sus pueblos y autoridades.
Una mirada al día de hoy nos muestra lo que juntos hemos construido: España es nuestro principal socio comercial y el más importante inversor europeo. La participación de sus empresas se ha mantenido, incluso, en momentos difíciles, esa fidelidad y compromiso los sabemos apreciar y los agradecemos. Ello las ubica en una posición de vanguardia para diversificar y fortalecer su presencia en las distintas ramas de nuestra economía y participar de forma activa y relevante en los planes de desarrollo económico y social previstos hasta el año 2030.
Otras esferas de nuestros vínculos, como la educación, la cultura y el turismo, tienen importantes potencialidades que juntos debemos identificar y aprovechar en beneficio común.
A través de la cooperación hemos aprovechado las fortalezas respectivas para preservar un patrimonio común.
Para entender Cuba, para entender nuestros sueños, para entender lo que hacemos y para entender también nuestras limitaciones es necesario, ante todo, reconocer y comprender cuánto nos condena el injusto bloqueo norteamericano.
Apreciamos el claro y público respaldo de España contra las injustas sanciones y medidas coercitivas unilaterales, con carácter extraterritorial, impuestas a Cuba por el Gobierno de los Estados Unidos, que tanto daño provocan a la economía y al comercio.
También, en su entorno regional, España ha asumido posiciones constructivas, las que han favorecido y contribuido a impulsar nuestras relaciones con la Unión Europea.
Somos una sociedad que se renueva, evoluciona y avanza, preservando al mismo tiempo sus tradiciones y valores y defendiendo sus derechos. Nos guían principios claros de independencia y soberanía, con la certeza de un camino dirigido hacia un mayor bienestar para nuestro pueblo.
En este camino, que por voluntad propia hemos elegido, es importante contar con el acompañamiento de verdaderos amigos en el mundo, y los españoles se encuentran entre ellos. Somos hoy un ejemplo de lo que la voluntad compartida y el respeto mutuo pueden aportar a una relación sólida.
Reiteramos los votos por la paz y la prosperidad de ambos pueblos, por el fortalecimiento y diversificación de nuestros vínculos en todos los ámbitos, y reiteramos el aprecio por su decisión de compartir con el pueblo cubano las celebraciones por el 500 cumpleaños de La Habana, que tiene mucho de España y de Cuba, y del talento y la pasión de sus hijos, que con su vida y su sangre nos legaron un bello regalo que juntos seguimos construyendo y somos responsables de preservar.
Muchas gracias (Aplausos).
Majestad, brindemos por nuestra historia común, nuestros sentimientos de pueblos y nuestra amistad (Realizan brindis).