Por Walter Frieiro, estudiante de Periodismo
Veinte años no son nada, dijo Gardel en su mítico tango; sin embargo, los 22 que vivió Ernest Hemingway en La Habana fueron tan intensos que hacen dudar de tal sentencia.
El escritor norteamericano llegó a Cuba seducido por la pesca, pero jamás imaginó que esta tierra sería la cuna de sus obras literarias más reconocidas, entre ellas: ¿Por quién doblan las campanas?; A través del río y entre los árboles; París era una fiesta; y su merecedora del premio Nobel, El viejo y el mar.
Hemingway se sentía cubano y era tal esta compenetración con nuestra idiosincrasia que, minutos antes de salir por última vez de Cuba, le dijo al periodista argentino Rodolfo Walsh: I am not a yankee, you know (No soy un yanqui, lo sabes).