Las aguas subterráneas están descendiendo en todo el mundo debido al aumento de la demanda para el consumo humano y la producción agrícola, y su disminución representa una amenaza global para los ecosistemas fluviales y la propia población mundial.
El agua subterránea es parte de la precipitación pluvial que se filtra a través del suelo hasta llegar al material rocoso y finalmente a los arroyos, lagos y océanos. Su disminución es un problema particularmente grave durante la estación seca, cuando el flujo de la corriente depende casi por completo de la afluencia del agua acumulada en el manto freático.
Una investigación científica recién divulgada en la revista Nature afirma que en torno al año 2010, del 17 al 21 % de las cuencas fluviales sufrieron una caída en la afluencia de agua subterránea a arroyos y ríos lo suficientemente grande como para amenazar estos ecosistemas superficiales de agua dulce.
«Se extrae más de lo que la naturaleza puede regenerar a través de lluvias y ríos, lo que reduce su aportación a ecosistemas como lagos y humedales, entre otros», afirma el estudio.
Para el año 2050 esta situación afectará del 42 al 79 % de las cuencas fluviales situadas en las áreas de bombeo de aguas subterráneas, advierte la investigación, realizada bajo la dirección del hidrólogo Inge de Graaf, del Instituto de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente de la Universidad de Friburgo, en Alemania.
El estudio, desarrollado de conjunto con la Universidad de Utrecht y el Instituto Deltares, en los Países Bajos, y la Universidad de Victoria en Canadá, es el primero en simular las aguas subterráneas y los ríos como sistemas interconectados a nivel global y, por lo tanto, muestra los efectos de la extracción del agua acumulada bajo la tierra.
El agua subterránea es la fuente de agua dulce mayor del mundo, abastece a una tercera parte de la población mundial y resulta de vital importancia para la producción de alimentos, por lo que las pérdidas que se vaticinan de ese vital líquido ocasionarían severos trastornos a la humanidad en todo el planeta.
La situación plantea también una gran amenaza para los ecosistemas ribereños de agua dulce, ya que su nivel disminuye y la temperatura del agua aumenta demasiado para los organismos que viven bajo ella, como los peces, el plancton y las plantas acuáticas.
El aumento de las temperaturas ha visto crecer la demanda de agua para humanos, animales y plantas desde la década de 1960, lo que ha provocado un rápido aumento en el uso del agua subterránea en todo el mundo y el hundimiento de las capas freáticas.
En el 2001 los científicos alertaron por primera vez de la creciente pérdida de reservas de aguas subterráneas, y las observaciones por satélite confirmaron posteriormente una fuerte caída en los niveles freáticos en China, India y Estados Unidos, así como en Argentina y Australia, entre otros. Esos países son grandes productores de cereales y sus aguas subterráneas representan la mayor parte de las reservas de agua dulce disponibles en la Tierra.
«El cambio climático puede incluso acelerar este proceso, ya que esperamos menos precipitaciones, lo que aumentará aún más la extracción de agua subterránea y hará que las reservas se sequen por completo», afirma de Graaf.
Los autores de la investigación sugieren que a nivel mundial se invierta en mejores técnicas para extraer esta agua de manera más eficaz, y se empleen técnicas de irrigación más eficientes y granos que necesiten menos agua potable o puedan sobrevivir en aguas salobres.
Asimismo consideran que aún se está a tiempo de reducir la extracción de las aguas subterráneas sin poner en peligro la seguridad alimentaria global; y en este sentido, destacan la necesidad de informar a la población que el agua no es un recurso ilimitado, y de que los Gobiernos del planeta se ocupen de enfrentar esta situación. (Con información de Agencias)