Leonardo Montiel García es hoy un joven conocido en Santa Clara, su obra plástica está incorporada en varios lugares de la ciudad y su Proyecto Artístico Coa, aglutinó niños y jóvenes alrededor de las artes plásticas por varios años.
Este joven, actualmente profesor de la Academia de Artes Plásticas Leopoldo Romanach de Villa Clara, miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y de la Brigada Artística José Martí, confiesa que ser instructor de artes le cambió la vida.
“Fue mi gran oportunidad para enrumbar sueños. Logré la incorporación a la Escuela de Instructores de Artes que se fundó por el Comandante en Jefe en el 2000, en Santa Clara, para estudiantes de la región central. Antes había intentado, sin éxito, ser aceptado en las escuelas profesionales del territorio, incluso en un primer momento tampoco me captan para la de instructores, pero logré superar barreras”, puntualizó.
Leonardo asegura que superó lagunas en la formación teórica, encontró en la pedagogía el impulso que necesitaba para desarrollar su vocación, al punto que resultó ser el mejor estudiante de aquella primera graduación, ostenta tres premios Escaramujos a nivel nacional que entrega la Brigada José Martí, fue fundador de la misión cultura en Venezuela, labor comunitaria que recuerda como una obra de amor profunda por intensa y necesaria. Siente honor por haber realizado el Monumento a las víctimas de Barbados; y orgullo porque Hugo Chávez eligiera un cuadro suyo.
“Los estudiantes de nuestra graduación exponíamos las obras en diferentes lugares, una vez lo hicimos en la ELAM, ese día visitaron Fidel y Chávez el recinto. El Comandante en Jefe le dice a Chávez que escogiera el cuadro que más le gustara, que se lo regalaran. Eligió uno de mi autoría que tiene por título El destino de un hombre, fue una sorpresa, un honor y un privilegio, es un recuerdo que siempre va conmigo”.
Es visible una sensibilidad especial en Leonardo. Habla pausado, sus utensilios parecen desordenados, pero todos tienen el lugar exacto para ser usados, junto a él la foto en que Fidel le entrega su título de Instructor de Artes y muy cerca el de licenciado en la misma especialidad, está la bandera cubana como resguardándolo todo.
Muy al descuido obras por empezar o algunas ya terminados, como para no dejar mentir a aquellos que lo conocen y atestiguan que siempre está trabajando.
“No tengo pretensiones comerciales, solo hago mi obra, doy clases, atiendo a mis estudiantes, les entrego mi saber. Tengo como meta fundar una galería-taller para niños y adolescentes, quiero ser siempre un Instructor de Artes porque esa profesión forjó mi vida”.