La selección femenina cubana de voleibol no pudo sacar “petróleo” de su incursión en el Campeonato Continental Norceca, que tuvo como sede el coliseo Roberto Clemente, de San Juan, Puerto Rico.
El grupo, bajo la tutela de Tomás Fernández y Regla Torres, regaló a ratos buen juego, pero al final la inexperiencia y el menor rodaje, si nos remitimos a su casi nula experiencia internacional, fueron lastres que terminaron hundiendo sus pretensiones.
El sexto puesto alcanzado tras caer ante México en cuatro parciales 25-20, 25-20, 17-25 y 25-22, reafirmó lo que hace algún tiempo la mayoría en casa dice: al voli femenino le queda un largo recorrido para intentar al menos acercarse a los lujosos resultados que atesora una generación inolvidable.
Varias y profundas fueron las lecturas que dejó la cita para el colectivo técnico. Resaltaron a lo largo de la brega la falta de ritmo y el elevado número de errores no forzados. A ello se sumó la significativa cifra de saques perdidos, algunos por la inseguridad de las chicas.
Como notas destacadas de la formación patria quedaron su atrevimiento, energía y deseos de mejorar, aderezados con un poderoso ataque, que precisa de algunos retoques tácticos, pues no todo debe ser dinamita.
Cuba finalizó su aventura en Borinquen con un buen puñado de experiencias. Todas relucen como la mejor plata, ya que servirán para iluminar al futuro. ¿La meta inmediata? Continuar trabajando. ¿La más ambiciosa? Sacar las mejores notas a partir del 2022 cuando los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Panamá ilustren si el pasado glorioso puede convertirse en presente brillante.
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