Que el recién electo Presidente cubano haya declarado que la tarea número uno tiene que ser el futuro, en una nación como la nuestra contra la cual el imperio no se cansa de ensayar nuevas formas de acoso, es una demostración más de que los nacidos en esta tierra no nos dejamos intimidar por presiones y amenazas, y estamos dispuestos a seguir haciendo realidad nuestros sueños.
Así ocurrió este 10 de octubre, que añadió al valor de ser la fecha fundacional de la lucha por la independencia patria, otra clarinada de libertad, de soberanía, de combate.
En cumplimiento del mandato constitucional, luego de tres meses de aprobada la Ley Electoral, la Asamblea Nacional eligió entre sus diputados al Presidente, Vicepresidente y Secretario del órgano legislativo, a los demás miembros del Consejo de Estado y al Presidente y el Vicepresidente de la República.
La sesión extraordinaria del Parlamento en que ese trascendental paso se llevó a cabo hizo realidad una vez más el anhelo del Apóstol cuando señaló: “El gobierno ha de nacer del país. El espíritu del gobierno ha de ser del país. La forma de gobierno ha de avenirse a la constitución propia del país”.
La asunción de la dirección electa se llevó a cabo sin fanfarrias, de manera natural, en un acto sencillo, sin dejar de ser solemne, y lleno de significado, porque constituyó una indiscutible expresión de fortaleza, seguridad y optimismo, y demostró al mundo que actuamos con total apego a la constitucionalidad y la legalidad.
Los que creyeron que las dificultades por las que atravesamos, creadas por la recrudecida hostilidad de Estados Unidos, iban a entorpecer el cumplimiento de la letra de la Carta Magna se equivocaron. Por el contrario, la generación histórica se enriqueció de continuidad con los recién electos.
Lo demuestra el hecho de que la mayoría del Consejo de Estado nació después del triunfo de 1959, al igual que el Presidente, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, de quien el General de Ejército Raúl Castro Ruz dijo que ha demostrado solidez ideológica, sensibilidad política y fidelidad hacia la Revolución. Fueron estas cualidades tenidas en cuenta también para la selección de los demás elegidos.
Nuestro Parlamento no solo es representativo de todos los sectores de la vida social, sino se ha comprometido a propiciar cada vez más la participación de las masas, y en particular de los jóvenes, en la búsqueda de soluciones, porque valora altamente la inteligencia colectiva y reconoce las reservas de resistencia y de creatividad reveladas ante cualquier maniobra del adversario.
Nada podrá detenernos en nuestro empeño de seguir adelante y los campos de acción prioritarios en lo inmediato serán la aprobación de nuevas leyes, lo que requerirá un trabajo más intenso del Consejo de Estado; la consolidación de la economía, mediante el afianzamiento de las principales líneas de trabajo y programas trazados; el otorgamiento de mayor autoridad a los municipios para que administren de manera más eficiente los recursos disponibles en cada localidad; la valoración del ahorro como motor del desarrollo, y no descuidar ni un instante la defensa.
A diferencia del pasado en que los políticos ganaban posiciones a costa de promesas que olvidaban una vez alcanzado el poder, el Presidente Díaz-Canel reiteró un principio que debe caracterizar a todos los que representan al Estado y al Gobierno: “No venimos a prometer. Venimos a cumplir el mandato del pueblo revolucionario”.
Para ello, insistió, hay que actuar de forma diferente, porque son nuevos los tiempos que vivimos. Y convocó a los dirigentes, cuadros y funcionarios en todos los niveles a desterrar prácticas obsoletas y mecanismos engorrosos que lesionan a la ciudadanía.
Se imponen modos de hacer, que tendrán como fuentes de inspiración, entre otras, lo logrado en los últimos días de tensión y las buenas soluciones aplicadas en los años duros del período especial, atemperadas a la realidad actual.
En el plenario del Palacio de Convenciones donde fue presentada la actual dirección del Estado permaneció un asiento vacío en la presidencia: el que siempre ocupó el Comandante en Jefe, pero en las mentes de los diputados estuvieron vivas sus ideas. Y es que la fe en ese futuro cuya conquista es hoy la tarea número uno, siempre caracterizó el pensamiento de Fidel y así se lo inculcó a sus compatriotas. Por eso, como él expresó en el VII Congreso del Partido, seguiremos en marcha indetenible.
Acerca del autor
Graduada de Periodismo. Subdirector Editorial del Periódico Trabajadores desde el …