Destinada a ser el centro económico del consejo popular guantanamero de Costa Rica, en el municipio El Salvador, entre las colinas de un valle intramontañoso de temperaturas demasiado obedientes según la estación, la UBPC Alfonso Escalante Villa parece heredar la estirpe de un poblado manifiesto por la Historia de Cuba.
En el lugar de las primeras rebeliones de trabajadores azucareros en la región contra las represiones y asesinatos de los gobiernos de neocoloniales, y protagonista –además- de acciones directas con el Alzamiento del 30 de noviembre en Santiago de Cuba, no podía ser otra la genealogía.
Es así que con gente forjada al fragor de labores agrícolas, templadas de fe al trabajo y el esfuerzo continuo, a 30 kilómetros de la capital provincial y en función de la autosuficiencia económica de una localidad de más de seis mil 100 habitantes, la Alfonso Escalante apuntala cada vez más sus encargos.
Y no solo le son prioritarias las producciones auxiliares de viandas, hortalizas y granos, leche, carne, frutas y otros, en comedores propios y comunitarios, también influyen en el bienestar de los trabajadores y sus familiares, alrededor de la vida social de todos: con ferias agropecuarias, fiestas de “fin de zafra”, y otras recreativas que incluyen a una agrupación changüicera formada por sus propios trabajadores.
Con esas iniciativas y otras repercuten en mayores ingresos para destino de obras públicas. Así contribuyen a los planes de desarrollo local que incluyó el pasado calendario la remodelación de la panadería-dulcería y otros establecimientos.
Pero hace unos cinco años atrás no era esa la historia de la UBPC. Continuos incumplimientos de los planes lastraron una y otra vez las motivaciones y el ímpetu de los trabajadores, quienes hoy valoran los cambios tras la dirección acertada de Alexis Plutín, un hombre que según dicen “es tan grande como las cañas que crecen en Costa Rica”.
“Los rendimientos se incrementan paulatinamente, antes estaban en unas 32 toneladas y hoy son de 63 por hectáreas. El próximo año tenemos proyectado cumplir una producción de 62 mil toneladas con un rendimiento de 57 toneladas por hectáreas y si el clima nos lo permite sobrecumpliremos…, las proyecciones se dirigen a las 100 mil toneladas de caña”, aseguró Plutín, un hombre sencillo que pondera entre los ornamentos de su oficina fotos y reconocimientos, como delegado al XXI Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC).
Sobre un suelo de gran fertilidad y entre una vegetación muy afectada por la acción humana, no peca redundante decir que la caña es la principal razón de la Alfonso Escalante, quien contribuye a la molienda del central Paquito Rosales de Santiago de Cuba y Argeo Martínez, perteneciente a la empresa homónima en Guantánamo.
Seis tractores, tres alzadoras e igual cantidad de camiones, se cuentan entre la maquinaria agrícola de la cooperativa cañera. Equipos con más de 30 años de explotación, activos por el empeño e ingenio de operadores y personal del taller mecánico.
Mejor base productiva en calidad del azúcar, durante dos zafras consecutivas, la UBPC Alfonso Escalante alcanza en cada contienda los requerimientos a la calidad y desarrollo de la producción cañera demandada por el país. Y en opinión de José Antonio Pérez Pérez, secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores Azucareros (SNTA): “el fomento de una cultura cañera en aras del beneficio común la ubican como la unidad de mayores resultados en la producción de caña en el territorio”.
A la altura de tales méritos les apuran no pocos desafíos. Entre ellos una mayor atención y estímulo a los poblados cañeros, lugares donde se encuentran ubicadas las extensiones de siembra de caña; asimismo asegurar con sus sutilidades la construcción de viviendas para los trabajadores, y los centros para la recreación de obreros y sus familias.
Valoradas cual eslabón fundamental para lograr crecer la producción de azúcar y sus derivados exportables, las unidades productoras asumen su encargo en el sector con responsabilidad y entrega. De ahí que gracias a la superación de sus propias expectativas han generado fuentes de empleos y contribuyen al desarrollo comunitario y la calidad de vida de la población, un día a día que los trabajadores azucareros esgrimen desde su “pensar como país”.