Cincuenta años. ¡50 años es una vida! Y cuando se dedica la mayor parte a una actividad de la única vida, que tiene el hombre, con resultados decorosos, se mezclan añoranzas y satisfacciones; se sueña con la etapa más hermosa y se crean expectativas.
Alicia Fernández-Larrea Vega, aquella muchacha que llegó al Ministerio del Azúcar con solo 19 años y un título de técnico de nivel medio de contador-planificador, transitó por varias tareas, incluso durante la mitad de su trayectoria laboral fue directora de Economía y Planificación del organismo, y ahora aconseja a los noveles azucareros a “amar lo que hacen, conocer, estudiar, entregarse. Defender los principios de la industria azucarera, que ha marcado la vida de este país. Vivo orgullosa de ser azucarera”.
Y ese sentimiento se expresa por la boca, por los ojos, por las manos… “Conozco todos los ingenios de Cuba, y gracias a mi labor, aunque haya sido aquí en la sede central, puedo discutir, opinar, sugerir sobre cualquier rama de nuestra industria”.
Pudiera enumerar todos los cargos y tareas desempeñadas por Alicita —como se le conoce en el mundo del azúcar— mas todo en ella retorna a la efervescencia inicial: su llegada en pleno apogeo de la zafra del 70, cuando el país aspiraba a la mayor producción de crudo de su historia, y aquel ambiente extraordinario marcó a la nación.
Desarrollo de los derivados
Ese ambiente de trabajo, de mucho entusiasmo, propaganda y reconocimiento —afanados en hacer la zafra de los 10 millones— también marcó a Pastor de Jesús González Bacallao, un hombre multifacético, que llegó a este sector siendo estudiante de tecnología azucarera y a más de 50 años se mantiene activo, soñando con los centrales y la recuperación de los derivados.
El arte de hacer azúcar, de administrar centrales en Villa Clara y en Venezuela, ser delegado del Azúcar en la provincia villaclareña, director de producción del organismo o especialista de los derivados, los saborea este cincuentenario con una modestia y humildad admirables.
La sapiencia de Pastor se debería “exprimir” y entregar en dosis a los viejos y nuevos azucareros; quienes se empeñan por recuperar la primera industria, la que fuera soporte económico en Cuba, y tiene posibilidades de elevarse sobre sí misma, de ser rescatada. “Los azucareros tenemos una autoestima muy alta, aunque ya no hagamos zafras tan grandes. Mi mayor aspiración es ver el desarrollo de los derivados, que se están retomando y pueden ser un potencial para el país”, comentó.
Celebrar en las faenas
Fue domingo este 13 de octubre, cuando en Cuba se celebró el Día del Trabajador Azucarero. No hubo una fiesta, sino muchos festejos en los centrales, en los campos, en los talleres; cada quien en su puesto, porque se alista la zafra 2019-2020.
“Con un esfuerzo extraordinario se preparan los ingenios que deberán moler en esta campaña; hay limitaciones de recursos, por eso los que existen se van a concentrar en los 40 que mejor pueden moler para hacer una zafra más eficiente, es decir, más azúcar por tonelada de caña, lo que debe permitir producciones superiores a las de la anterior”, aseguró Liobel Pérez, comunicador institucional del Grupo Azucarero.
Dijo que continúa la siembra de caña y el alistamiento de la maquinaria agrícola; auguró que la molida comienza en noviembre, y que para entonces ya debe estar produciendo la bioeléctrica del central Ciro Redondo, de Ciego de Ávila, que debe tener un impacto importante en el cambio de la matriz energética del país. Esos son los pronósticos y los buenos pensamientos en un sector que sigue siendo vital para la economía nacional.