Desde su creación hace 27 años, el Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas (Cenais), con sede en la ciudad de Santiago de Cuba, destina todos sus recursos humanos y materiales a la reducción de peligros, vulnerabilidades y riesgos asociados a la actividad sísmica.
Allí echan por tierra eso de acordarse del santo solo cuando truena. Las investigaciones fundamentales y aplicadas que realizan, así como el monitoreo de la actividad sísmica, son constantes, y no únicamente en la zona oriental, la de mayor incidencia, sino en todo el archipiélago cubano.
“Porque en cualquier lugar del territorio nacional puede ocurrir un terremoto, recuerda la Doctora en Ciencias Grisel Morejón, vicedirectora científica del Cenais, de ahí que tengamos un grupo de ingeniería sísmica que se encarga de estudios de vulnerabilidad y riesgos a lo largo y ancho del país”.
La playa de Varadero es un ejemplo de lo anteriormente dicho. Desde el pasado año especialistas del centro santiaguero llevan a cabo indagaciones de sismo resistencia en los hoteles de ese polo turístico: “Hasta la fecha se han completado en algo más de 10 esas instalaciones, acota la doctora Grisel, pero llegaremos a todas”.
La vuelta a Cuba
En otras muchas provincias —La Habana, Granma, Guantánamo, Las Tunas y Holguín, particularmente en Moa—, se realizan estudios similares, tanto en instituciones de la salud, la educación, como en industrias.
“Nuestros especialistas acometen su labor investigativa y luego se les entrega a los directivos de las entidades el dictamen con las medidas que proponemos se adopten para disminuir el impacto que puede causar un terremoto fuerte”.
Diagnóstico en mano corresponde a los decisores de cada lugar cumplir con las recomendaciones, algo que a juicio de la doctora Morejón no siempre se hace. “En la mayoría de los casos se materializan aquellas de menor costo, como los amarres de equipamientos, reparaciones de grietas, cambios de locales… no sucede lo mismo con el reforzamiento de estructuras, debido a que implican una inversión mayor. Ahí se frena el accionar.
“No obstante, en Santiago de Cuba, con una larga experiencia en el orden sísmico, hay un resultado digno de reconocer, y es el del preuniversitario Rafael María de Mendive”, agrega.
“Cuando se procedió a remodelarlo se apreció un notable deterioro estructural y la decisión fue reforzar las paredes con acero; también hay que reconocer que después del paso del huracán Sandy se han reducido vulnerabilidades en el sector residencial, pues se han entregado muchas casas construidas con la tecnología Forsa, altamente resistente a sismos”.
Sí, pero a veces no
Aunque se hacen empeños y acciones de varias instituciones y organismos interesados en identificar peligros y reducir vulnerabilidades y riesgos —Gobierno, Defensa Civil, Cruz Roja, Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, Cenais, y el arquitecto de la comunidad, etc.—, no todos cumplen con lo establecido en la norma cubana, actualizada en el 2017, a la hora de edificar por esfuerzo propio.
Todavía se producen violaciones como vigas o columnas con menos acero que el indicado, también con aceros reutilizados, cimientos sin la profundidad requerida, y el uso de materiales de dudosa procedencia, en especial el cemento, entre otras.
En diálogo con varios santiagueros constructores por esfuerzo propio apreciamos criterios que van desde aquellos que asumen la edificación de su vivienda con total apego a lo bien hecho como garantía de seguridad “por si las moscas, o mejor dicho, por si los terremotos”, hasta quienes prefieren “sacrificar” alguna buena acción técnica con tal de “acabar de una vez y por todas”.
También se da el caso que no siempre los albañiles contratados tienen los conocimientos necesarios, hay improvisación, y esto, por supuesto, tiene incidencia.
Hay acciones de capacitación y están establecidas las normas técnicas en los proyectos. Pero no caben dudas que en materia de construcción de viviendas por esfuerzo propio con características sismo resistente queda mucho por hacer, no solo en Santiago de Cuba, sino en otras provincias del país. La máxima es apegarse al viejo refrán: es mejor precaver que tener que lamentar.
Inversión y previsión
Conocer de sismos para reducir sus impactos no puede ser privativo de los que habitan la llamada tierra caliente, portadora de la más alta incidencia sísmica del país. Es necesario que más allá de las fronteras locales, otras poblaciones se preparen para contingencias de este tipo, así lo alerta el Doctor en Ciencias Enrique Arango Arias, vicedirector técnico del Cenais.
“Hay razones que lo indican, por ejemplo, los terremotos más fuertes que han afectado a Santiago de Cuba, como los de 1766, 1852 y 1932, entre seis y nueve de magnitud, se sintieron también en otras regiones del país.
“Del mismo modo, en La Habana fue perceptible el que ocurrió cerca de la localidad de San Cristóbal, Pinar del Río, el 23 de enero de 1880”.
Con estos antecedentes otra de las misiones del Cenais es modernizar y ampliar el servicio sismológico (en la parte centro-occidental del país).
“Recibimos un lote de 20 estaciones sismológicas, de producción rusa, 15 fijas y cinco portátiles, aún en proceso de ajuste técnico, para completar la red en las provincias de Camagüey, Villa Clara, Ciego de Ávila, Matanzas, Pinar del Río y La Habana”, explica el doctor Arango Arias.
“El objetivo es fortalecer y mejorar la red, que tiene 20 estaciones, 15 en la zona oriental y cinco en Centro-Occidente, para lograr un monitoreo más homogéneo y dar seguimiento a los terremotos que ocurran en otras fallas, de menor importancia que la de Oriente, pero que resulta necesario seguir.
“Por ejemplo, en Matanzas tenemos la estación de Camarioca, pero con esta sola no se puede monitorear bien la actividad sísmica, por eso se instalará una en la Ciénaga de Zapata, zona que en el año 2015 registró el terremoto de mayor magnitud en Cuba.
“En perspectiva está seguir rehabilitando las estaciones que poseen una tecnología más obsoleta (Manicaragua, Soroa, Las Mercedes y Maisí) y homogeneizar todo el sistema sismológico con estaciones modernas, que transmitan en tiempo real para el Cenais y desde aquí acceder a estas”.
Además se trabaja en la red de acelerógrafos, equipos que registran datos útiles para la proyección de obras por parte de los ingenieros civiles.
Preparados y alertas
Según especialistas en la materia, el tiempo de retorno o de probabilidad de que ocurra un terremoto fuerte que afecte, en lo fundamental, la zona oriental del país es de 84,5 años (el último de ese tipo registrado fue en el año 1932).
Si a eso se suma que desde el 2017 el comportamiento de la sismicidad en Cuba resulta muy baja, lo que implica una alta acumulación de energía, no podemos soslayar que los sismos son fenómenos naturales que continuarán sacudiéndonos el piso.
Por tanto hay que seguir preparándose, sin dejar de vivir la vida, pero sin olvidar que allá, en lo profundo de la Tierra, en las entrañas mismas del planeta un terremoto intenso puede estar al acecho.