Desde que se anunció el mentor y la nómina de los “Toros” de Camagüey para esta temporada beisbolera, no fueron pocos los optimistas en que Miguel Borroto le cambiaría la cara a ese elenco, no solo por sus resultados históricos (cuatro podios: una plata y tres bronces), sino por la forma desenfada e inteligente para dirigir.
Mánager de generaciones doradas en la pelota de esa provincia (Luis Ulacia, Sergio Quesada, Leonel Moa, Reynaldo Fernández, Omar Luis, entre otros), la primera idea que puso en práctica al tomar las riendas radicó en jugar con la misma agresividad, alegría y motivación que lo hicieron todos a quienes dirigió en los años 80 y 90 del siglo pasado.
Con una nómina de pocos cambios respecto al año anterior, Borroto llamó a los veteranos Vicyohandri Odelín y Marino Luis para funciones bien precisas dentro del conjunto, apuntaló su staff de entrenadores con el pinareño Pedro Luis Lazo para trabajar con los lanzadores, en tanto escogió a un sabio veterano de las bolas y los strikes, Felipe Sarduy, para cocha de banco.
Armada la tropa y con una preparación en la que no escaparon sus conocimientos adquiridos en el béisbol profesional mexicano, se aventuró a pronosticar que estarían en la segunda fase, lo cual alcanzaron hace tres campañas. “Trabajamos para ganar y con el equipo que tenemos es posible incluso pensar hasta en medallas, pero vamos a ir paso a paso”, señaló a la prensa local en sus primeras declaraciones.
Dos nombres más redondearon sus objetivos: el joven Loidel Chapellí (mejor jugador de Cuba en las categorías juveniles) y el reinsertado Leslie Anderson, con experiencia en ligas profesionales de Estados Unidos, Japón, Puerto Rico, Venezuela y México, y uno de los pocos que disfrutó el último podio de Camagüey: bronce en la temporada 2000-2001.
¿Qué pasado hasta la fecha, cuando restan apenas seis subseries para concluir la primera etapa? Los Toros están en zona de clasificación (4to lugar), sus lanzadores son a quienes menos les batean (263); son además los segundos más efectivos en cuanto a la relación ponches-boletos: 1.62; y han puesto la velocidad en función de la ofensiva con frecuencia envidiable (por ejemplo, 17 bases robadas en 23 intentos).
Como si fuera poco son sextos en bateo colectivo (310) y sus puntos vulnerables ya los tienen identificados: pocos jonrones (11) y una defensa por mejorar (32 errores y 965 de average, por debajo del 971 del torneo), aunque a sus receptores son los que más respeto inspiran con solo diez salidas al robo, de los cuales capturan la mitad.
Con el madero, el veterano Marino Luis es el cabecilla principal con 479 de promedio, secundado por Alexander Ayala (395), Humberto Bravo (316), Yosbel Pérez (342), el joven Chapelli (370) y Anderson (378). Desde la lomita, Frank Madán anda invicto con tres éxitos, el reincorporado Odelín ya tiene tres salvamentos; mientras los talentosos Yousimar Cousín, Yariel Rodríguez y Dariel Góngora van enrumbando sus sonrisas tras un inicio incierto.
Una vez más no se trata de magia de un mentor, sino de trabajo unido, consciente y entusiasmado de un colectivo de entrenadores y jugadores. Por supuesto, la fórmula Borroto está presente y es muy probable que no solo se cumplan sus predicciones, sino que desde ya apuntan a la sede del Juego de las Estrellas y a devolverle a su estadio Cándido González las emociones más felices.