Cuando restan menos de dos meses para las elecciones del 27 de octubre en Argentina las encuestas dan como amplio favorito al peronista Alberto Fernández, quien lleva como candidata a la vicepresidencia a la exmandataria Cristina Fernández de Kirchner. Y aunque muchas veces la vida ha demostrado que las encuestas pueden ser engañosas, lo cierto es que los números para Fernández son incluso mayores a lo que alcanzó en las primarias obligatorias de agosto.
Fernández logró entonces el 47,78 % de los votos, 15 % de ventaja, frente al 31,79 % del presidente Mauricio Macri, a quien se le acaba el tiempo para revertir aquel descalabro electoral. De mantenerse, el peronista ganaría los comicios de octubre con el 51,5 % de los votos, contra el 34,9 % de Macri, según la empresa Ricardo Rouvier & Asociados.
A su vez la encuestadora Trespuntozero da una diferencia de 51,9 % contra 34 % para igual ganador, tendencia que también dan los resultados de Clivajes Consultores, que amplía la ventaja hasta 52,6 % de la intención del voto contra el 32,5 % que recibe Macri.
Ello quiere decir que las primarias de agosto fueron un espejo de la situación socioeconómico y política argentina, cuyo Gobierno luce una gestión reprobada por la mayoría ciudadana.
También significa, de acuerdo a los datos de las encuestadoras, que Alberto Fernández se acerca a ganar la presidencia en primera vuelta, para lo cual debe superar el 45 % de los votos o lograr más del 40 % y una diferencia de 10 puntos porcentuales sobre su seguidor.
Clivajes Consultores indica que para los argentinos las mayores preocupaciones resultan la inflación y el desempleo. También que para el 66,7 % de la población la actual crisis económica es consecuencia de las políticas aplicadas por la Administración de Mauricio Macri.
Con tales premisas diversos observadores no creen posible que el actual gobernante se recupere en lo que resta para los comicios presidenciales.
Macri ha jugado la carta de echar la culpa a la gestión de la expresidenta Cristina Fernández, cuya dupla con Fernández consiguió unificar a las diversas corrientes del peronismo, pero el electorado parece entender que con él las cosas fueron de mal en peor para las mayorías y hoy Argentina depende de los créditos y las recetas del Fondo Monetario Internacional.
El actual mandatario incumplió sus principales promesas en materia socioeconómica, ha crecido la brecha entre ricos y pobres, no puede contener la inflación y recurrió a despidos masivos.
La realidad es que para muchos argentinos conseguir comida se convierte en el dilema de cada día, en un país que produce y exporta comida como para satisfacer a 10 veces su actual población. El hambre creció el año pasado y ahora la canasta básica cuesta 57,3 % más que en julio de 2018, lo que sepultó los aumentos salariales.
Según el exministro de Salud, Daniel Gollán, cinco millones de niños y adolescentes están en “situación alimentaria crítica”, a pesar de que el actual presidente prometió “pobreza cero”. Diversos movimientos sociales, políticos y la Iglesia Católica reclaman la declaratoria de emergencia alimentaria, opción desestimada por las autoridades oficiales para no evidenciar aún más su descrédito.
Así las cosas, los argentinos volverán a las urnas en una apuesta que pareciera decidida de antemano, cual expresión de la actual recesión que significa penurias para millones de personas en el país austral.