Tokío.- Para cualquier periodista escribir de reveses en un evento deportivo es lo más difícil que pueda imaginarse, pues estás en el deber de informar lo ocurrido sin justificar nada, y de paso no herir con un puñal al atleta que tanto se esfuerza en pos de regalar una medalla. Así viene pasando en el 38 Campeonato Mundial de Judo, en el que nuestra campeona de los Juegos Panamericanos, Maylín del Toro (63 kg), no encontró palabras para definir su inesperada derrota en la primera pelea de este miércoles.
Es cierto que por las condiciones del Nippon Budokan -dos tatamis en lugar de tres- los sorteados bye en las primeras rondas se demoran en salir a escena hasta una hora o más. Pero eso es parejo para todos y por tanto se necesita calentar en el momento justo y sin quemar la carga física necesaria para enfrentar los combates. Maylín lo hizo así con su entrenador Yordanis Arencibia y salieron encaminados a derrotar a la israelita Gili Sharir, sorpresiva triunfadora sobre la bronce mundial del 2017, la mongola Mungunchimeg Baldorj.
La santiaguera entró al tatami honrando su apellido. Quería definir rápido las acciones y tener tiempo para estudiar a las rivales del Pool. Dos shidos en el tiempo reglamentario para su rival ponían cerca la posibilidad de incluirse entre las 16 primeras de este mundial, sin embargo, en la regla de oro todo comenzó a cambiar. Quien llevaba la ofensiva dejó de hacerlo y envalentonó a la nacida por el Medio Oriente, quien poco a poco logró emparejar las acciones con par de penalizaciones a la antillana por pasividad y falso ataque.
A medida que Maylín descendía los niveles de empuje, más Arencibia le ordenaba que atacara, que tomara aire y volviera a tomar la iniciativa. Pero el judo es también de quien respete los códigos de entrega más alto y así se lo ganó en la pelea Sharir, al sacarle una última amonestación que decidió su avance a la siguiente fase por descalificación de la cubana.
Ese nombre de fuego, Shafir, de seguro no lo olvidará Maylín en lo adelante, pues le arruinó su aspiración de mejorar el quinto lugar que había conseguido en la edición de Bakú 2018, cuando saltó a la fama por su talento; en tanto apenas acumuló puntos ahora para la clasificación olímpica ya que no triunfó ni siquiera en un enfrentamiento.
Se imponía quizás esperarla en la zona mixta y preguntarle por qué terminó “literalmente fundida”. Pero nuestra judoca no podía, lloraba por dentro con una mezcla de rabia e impotencia que no le permitía hilvanar una respuesta coherente ante la grabadora. En el bus de regreso al hotel el periodista volvió a insistir y ella apenas se ahogó en una frase de sinceridad: “me fundí físicamente. No se qué me pasó. Es cierto que fueron casi 10 minutos de pelea, pero estoy preparada para eso. No tengo justificación, ella es el 26 en el ranking y yo era el 10, por tanto había que imponer respeto. Y no pude”, terminó de reconocer la indómita mientras volvía a repasar en un teléfono móvil el video con todo lo que había hecho mal sobre el tatami.
Horas más tarde supimos que un golpe en una costilla había sido la causa de ese retroceso de agresividad en el tiempo extra, justo en el momento que más ofensiva y ataques se le exigía. Pero Maylín nunca puso eso como justificación ante la prensa, lo conoció el periodista cuando no la vio bajar a comer y preguntó a sus compañeras. Quizás solo así se explica que una guerrera caiga en un campeonato mundial, donde lo mejor por Cuba parece estar reservado para las tres últimas fechas del programa con Iván Silva (81 kg), Onix Cortés (70 kg), Kaliema Antomarchi (78 kg), Andy Granda (+100 kg) y la capitana y doble titular mundial, Idalis Ortiz (+78 kg).
Maylín los verá y apoyará a todos desde las gradas del Nippon Budokan, aunque será difícil contener que, con costilla lastimada incluso, no busque el desquite en la lid por equipos. Este tipo de historias son las que todo periodista debe intentar contar.