Lima.- Apretó fuerte el disco en su mano derecha. Su entrenadora Hilda Elisa Ramos le había dado el último consejo: “lánzalo con todo, como salga, pero la medalla de oro tiene que ser tuya”. Yaimé Pérez entró a la jaula, repasó los movimientos y soltó el pedazo de metal de un kilogramo. Una palabrota de confianza lo puso a volar, volar y volar…hasta los 66,58 metros. ¡Oro y récord panamericano!, anunció la amplificación local.
La historia dorada de esta prueba pasó el aprieto inexplicable. Yaimé y su compañera Denia Caballero eran las candidatas al uno-dos por sus resultados en la temporada de invierno, pero la brasileña Andressa Oliveira se atravesó en el camino y con 65,98 en su segundo intento las sacó de ese privilegio hasta la sexta ronda, cuando “La Rusa”, como conocen a Yaimé, puso orden a la lógica y aportó la primera corona del atletismo cubano en estos Juegos de Lima 2019.
Feliz, segura, confiada y convencida de que cumpliría con su familia, su entrenadora y su gente de Santiago de Cuba, Yaimé Pérez hizo recordar a muchos la larga estela de discóbolas que desde Carmen Romero (1971) hasta Denia Caballero (2015) han compilado once cetros en esta prueba; pero también demostró que ya está lista para asaltar las grandes competencias, algo que se le había hecho esquivo hasta este 6 de agosto.
“Estaba haciendo algunas cosas mal técnicamente y tras el tercer lanzamiento mi entrenadora me corrigió. Sabíamos que la brasileña podía ser una rival de consideración porque la hemos visto en la Liga de Diamantes, pero nunca como para comprometer nuestro oro”, reveló la mejor atleta de Cuba en el 2018, quien no tuvo palabras para explicar que pudo pasarle a su compañera Denia, cuarta con 60,46, por detrás de otra brasileña Fernanda Borges (62,23).
“Es uno de los días más felices de mi vida. Ha sido un año de mucha entrega y sacrificio. Aquí no influyó ni el aire ni el frío, gané a puro corazón. Solo atiné en abrazar a mi entrenadora cuando vi el tirazo porque sabía que era superior a los 66 metros. No pensé en el récord, solo quería ganar”, reconoció risueña la dueña de la mejor marca mundial de la temporada con 69,39 el pasado 16 de julio.
Emocionada y desde unas gradas que parecieron pequeñas para contener la presión y la historia que representaba estar ahí, Hilda Elisa Ramos, solo atinó a revelar: “Ella sabía que podía lograrlo. Cuando la llamé le dije: relájate y disfruta la competencia. Hoy me sentí tan o más feliz que cuando terminé con plata en 1987 y 1991 en estos Juegos Panamericanos. El récord era importante, pero lo decisivo era agarrar el oro”.
Más allá de lo sucedido, Yaimé paseó su bandera por el estadio y enamoró, de una vez y por todos, a quienes deseábamos verla, por fin, coronarse en una gran justa, tras estar siempre entre las medallistas. Con su alegría llegó también el dolor de otra grande, Denia, a quien la noche le cayó encima con una presión de la que no encontró la ruta para salir, por más que lo intentó.
Quienes vivimos este oro en la fría tarde-noche en el estadio de la Villa Deportiva Nacional (VIDENA) nunca olvidaremos el grito de impulso y felicidad de Yaimé pasadas las 8 de la noche. A coro, desde las gradas, sus compañeros y buena parte de la delegación cubana, gritó igual con ella. ¡Sí, coño!, dijo uno de nuestros grandes campeones, invitado para esta fiesta por Panam Sports. Minutos después la premió con saco y corbata y en su beso estuvo recogido el beso de Patria.
Acerca del autor
Máster en Ciencias de la Comunicación. Director del Periódico Trabajadores desde el 1 de julio del 2024. Editor-jefe de la Redacción Deportiva desde 2007. Ha participado en coberturas periodísticas de Juegos Centroamericanos y del Caribe, Juegos Panamericanos, Juegos Olímpicos, Copa Intercontinental de Béisbol, Clásico Mundial de Béisbol, Campeonatos Mundiales de Judo, entre otras. Profesor del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, en La Habana, Cuba.