Lima.— La mañana del domingo era histórica para Eglys Cruz. Sin estar pendiente de las estadísticas ni las medallas acumuladas, si lograba un podio sería la tiradora con más preseas en Juegos Panamericanos. Llegó temprano, se fundó su vestimenta e hizo las prácticas habituales. No es la más expresiva de nuestras deportistas, pero sí una de las mejores.
Sobre la rodilla no le fue bien en la primera ronda clasificatoria. Tendida apretó el ojo y casi logra una serie perfecta. Ya en pie firme rubricó lo suficiente como para entrar a la ronda decisiva. Tomó descanso, conversó con su compañera Dianelys Pérez, se abrigó nuevamente para salir al campo de tiro, sin importarle las rivales mundiales a enfrentar. Ella es una grande y había que respetarla.
Empezó delante en los primeros 15 disparos. Se mantuvo cuando le tocó tirarse en el piso y afiló la puntería. Las estadounidenses fueron levantando poco a poco y a falta de tres disparos la amenazaban con fuerza. Un escapado tiro de 9 puntos le arruinó el oro. Descansó el fusil sobre su hombro y lamentó lo sucedido.
Pero le quedaban dos disparos y la clasificación olímpica incluida. Y sacó paciencia de donde parecía enterrarse el mal momento. Apretó el gatillo y se quedó a 0.7 décimas de lo que hubiera sido su quinta dorada en estas citas. No obstante ya es la que más preseas ostenta en su cuello desde que debutara en lides continentales en el 2003. Eglys sonrió ante los aplausos. Y descubrimos que su corazón es lo más grande que tiene como deportista.