La Heroína de la República de Cuba Melba Hernández, cumpliría 98 años este domingo
“Desde el instante mismo en que conocí del golpe del 10 de marzo, nos aseguró, me hice el propósito de no descansar hasta terminar con aquella traición al pueblo. Empecé a buscar en La Habana quiénes estaban decididos a luchar, y un día la compañera Elda Pérez me dijo que había estado en casa de un joven, que tenía una hermana, el cual le había impresionado mucho por su forma de expresarse. Me llevó enseguida a conocerlo al apartamento de 25 y O, donde vivía. Ese joven era Abel, y su hermana, Haydée.
“Estuvimos conversando y muy pronto comprendí que ese era el lugar que yo buscaba y al que debía mantenerme vinculada. Abel me habló a su vez de otro joven que había conocido recientemente y al que deseaba que yo escuchara, porque pensaba que no había mejor jefe que él para llevar adelante los propósitos en los que estábamos empeñados. Se trataba de Fidel Castro”.
Y rememoró así aquel primer encuentro: “Estaba yo en el apartamento de 25 y O cuando Fidel apareció, e inmediatamente tocó mi conciencia por el modo en que planteaba cómo debía ser la lucha contra el dictador Batista. A partir de entonces quedé incorporada a aquel grupo que se organizaba para llevar adelante la Revolución.
“Desde el principio Yeyé y yo nos vinculamos mucho, al punto de que siempre andábamos juntas, o yo estaba en su apartamento o ella iba a casa de mis padres en Jovellar 107, que siempre fue un hogar muy combativo.
“Debo decir que desde que tuve uso de razón vi a mi padre, Manuel Hernández Vidaurreta, como un opositor de todos los regímenes que padecía Cuba, y mi madre, Elena Rodríguez del Rey, siempre lo siguió. Ambos cerraron filas con el Movimiento y pusieron nuestra casa al servicio de la causa revolucionaria. Jovellar 107 fue así un punto de apoyo de 25 y O, y entre las dos viviendas se estableció una actividad constante de los compañeros de más confianza del Movimiento y por supuesto de Fidel, a quien desde el primer momento reconocimos como nuestro jefe.”
Su voz se sintió emocionada en aquel diálogo al hablar del Comandante en Jefe: “Agradezco a la vida, expresó, haber tenido la suficiente claridad para comprender el papel dirigente de Fidel en la batalla por la libertad, la independencia y el honor de Cuba.
“Estaba convencida de que solamente un Fidel Castro podía encabezar la lucha revolucionaria y llevarla adelante al precio que fuera necesario hasta conquistar la victoria. Eso ni Yeyé ni yo lo dudamos nunca.
“Mantuvimos esa confianza aun en los momentos más duros. En el hospital, Abel nos había asegurado que la lucha proseguiría y que si Fidel vivía, estaría garantizada la continuidad de nuestra causa.
“El propio Fidel nos reafirmó en nuestra fe cuando al trasladarnos del vivac a la cárcel de Boniato nos dijo que era necesario seguir luchando y que el triunfo se alcanzaría.
“Años después no dudamos en que cumpliría también aquello que le dijo a Celia en una carta escrita bajo los efectos de la indignación que le causó el lanzamiento de bombas de fabricación yanqui contra la indefensa población campesina de la Sierra Maestra: cuando terminara nuestra guerra de liberación -le aseguró a Celia- empezaría para él una guerra mucho más larga y grande que era la que iba a librar contra Estados Unidos.
He podido estar junto a él en esa lucha que dura hasta hoy, subrayó con energía, y permaneceré al lado de Fidel hasta el final de mis días.”
Melba ya no está físicamente entre nosotros, pero permanece la ejecutoria ejemplar de esa heroína del Moncada, defensora como abogada de un futuro mejor para su país y de las causas más justas de la humanidad, , Presidenta del Comité Cubano de Solidaridad con Vietnam del Sur primero, y después de Vietnam, Cambodia y Laos; miembro del Presidium del Consejo Mundial de la Paz; Secretaria General de la Organización de Solidaridad con los Pueblos de Asia, África y América Latina (OSPAAAL); embajadora de Cuba en la República Socialista de Vietnam y en Kampuchea, y directora del Centro de Estudios sobre Asia y Oceanía.
Entre tantos merecimientos que conquistó por su entrega a la Revolución recordamos la condición de Doctora Honoris Causa del Instituto Superior de Relaciones Internacionales, fundadora del Partido Comunista, miembro de su Comité Central y diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Tenerla presente en un día en que cumpliría 98 años, es recordarla con su gran sonrisa, su lealtad sin límites a la patria, un ejemplo de mujer cubana.