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El dilema de Boris

Los medios acreditados en Londres han vivido este miércoles una intensa jornada. En apenas unas horas  se hizo firme la renuncia de la primera ministra Theresa May, con discurso de despedida incluido; y asumió el relevo, que en realidad no lo es tanto, Alexander Boris de Pfeffel Johnson​, político, periodista e historiador británico.


Boris, a secas, como se le conoce en el Reino Unido, obtuvo este martes el liderazgo del Partido Conservador y, tal como indica el protocolo real, fue instruido por la reina Isabel II para formar un nuevo Gobierno.

Johnson había ocupado  la alcaldía de Londres entre el 2008 y el  2016, donde fue tejiendo su fama de populista y excéntrico. Luego fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores, cargo en el que se mantuvo hasta el 2018.

Tiene 55 años y nació en Nueva York, Estados Unidos, donde su padre estudiaba economía (Universidad de Columbia). Antes del primer cumpleaños ya estaba de regreso en el Reino.

Boris ha prometido devolver a Gran Bretaña “el liderazgo que se merece”. “No se puede subestimar al Reino Unido”, dijo y anunció que la primera acción será mejorar la sanidad y la educación a través de un ambicioso programa de reformas que incluye aligerar los impuestos para atraer inversionistas.

No obstante, el verdadero dilema de este Gobierno estará en la salida del Reino Unido de la Unión Europea, proceso que mantiene a la opinión pública local polarizada y que ha pasado factura a varios políticos, entre ellos David Cameron, primer ministro en el momento del referéndum donde ganó el Brexit; y ahora a Theresa May, quien negoció un acuerdo con la Unión Europea (el único posible, según observadores) que siempre tuvo cierto tufillo a inmolación política.

La jornada más allá del protocolo

El martes May presentó su renuncia formal ante la reina Isabel II en el Palacio de Buckingham. Luego se despidió de los ciudadanos en la puerta de Downing Street con un breve discurso donde aseguró que seguirá activa como diputada. En su última sesión en el Parlamento británico, antes de dejar el cargo, había intentado arrastrar consigo a su legendario opositor, Jeremy Corbyn, líder laborista, a quien aconsejó seguir su ejemplo y renunciar.

Horas después la monarca de 93 años recibió al nuevo cabecilla “torie” y le indicó formar un Ejecutivo que se adecue a los desafíos que tiene por delante.

Minutos después, desde la misma puerta de Downing Street donde May fue aplaudida, Johnson ratificó: «Vamos a cumplir las promesas y salir de la Unión Europea el 31 de octubre sin peros que valgan». «Ha llegado el momento de actuar y de tomar decisiones», apostilló.

«Para los que siguen profetizando el desastre, les digo que habrá dificultades», y explicó que los problemas que enfrentan hoy no se deben a «las decisiones que hemos tomado, sino a nuestro rechazo a tomar decisiones».

Diversos expertos han alertado que un Brexit duro será un mal negocio para todos. El Banco de Inglaterra, por ejemplo, ha cifrado el coste en 100 mil millones de euros (solo para el reino) y una caída del 8% de su PIB en una década.

Las consecuencias del Brexit ya se aprecian en varios sectores: la libra se ha desplomado a los niveles más bajos desde 1998 cuando se creó el euro. La inversión extranjera también cayó, solo en el último año fiscal la cifra se estima en un 14% menos que el anterior; y la creación de empleos se redujo un 29 %, sobre todo en servicios financieros y automovilísticos, claves en la economía británica.

La primera respuesta del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, a la llegada de Boris al Ejecutivo fue breve y sobria, justo en la misma carta de felicitación deslizó: «Espero que podamos reunirnos para discutir en detalle nuestra cooperación».

El Parlamento, por su parte, se dispone a dar la batalla para evitar un Brexit salvaje contra el que ya se pronunció y que al parecer no asusta al excanciller.

Casi una decena de ministros del Gobierno de May renunciaron, o fueron despedidos, al confirmarse el ascenso de Boris: entre ellos Liam Fox, al frente del comercio internacional; Karen Bradley, exministra para Irlanda del Norte; Damian Hinds, de Educación; David Gauke, de Justicia; y Philip Hammond, de Finanzas.

Tony Blair, que también estuvo en la piel de Primer Ministro del Reino Unido (1997-2007), reiteró este jueves que la única salida al desconcierto en torno a la salida de la UE que vive hoy la nación, pasa por consultar nuevamente a la ciudadanía, pero solo a través de un referéndum  y no de unas elecciones generales, como sospecha que trama Boris.

“Creo que hay una gran diferencia entre el populismo de Trump y el populismo del Brexit, comentó Blair. No resto relevancia al primero, pero creo que tiene que ver con el lenguaje (…) si a Trump le quitas toda su retórica, lo que quedan son unas políticas fácilmente identificables con el ideario republicano: duro con la inmigración, a favor de la desregulación, contundente con Irán. Lo que nosotros hemos hecho es mucho menos inteligente. Nosotros hemos convertido un sentimiento popular en una decisión política cuya gravedad va a cambiar la vida de las personas, y que por tanto va a ser mucho peor”, explicó.

Por eso pidió a los líderes europeos “que no renuncien al Reino Unido, a pesar del hartazgo o de la irritación que todo este proceso (Brexit) ha provocado en ellos”.

A pesar de esos desafíos, Boris, el nuevo primer ministro británico, festeja feliz.

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