Lima.— Son múltiples los encantos que acuna esta ciudad. Es hermosa, seductora y repleta de vívidos contrastes. Sobre todo para el viajero que intenta engullir cuanto color y experiencia alcanzan sus sentidos. Cada paso se convierte en un sorbo necesario en el afán de beber cada instante que regala su peculiar naturaleza.
El galanteo se inicia antes de aterrizar. Sobre las nubes se evalúa un paisaje de radiantes colores. De repente los ojos descubren una inmensa sombra verde. Es la señorial selva amazónica, asediada por cursos de agua que asemejan majestuosas e interminables serpientes. Es el río Amazonas y sus afluentes.
Los organizadores de los XVIII Juegos Panamericanos planean convertirlos en un gran vitrina del Perú. En lo personal alimento la idea de que será la ocasión idónea para apreciar la capacidad de superación del ser humano más allá del deporte. De su día a día, acicalado de pasiones, sueños y frustraciones.
De la esencia del hombre y la mujer de esta parte de América Latina. Del compendio más profundo de su milenaria cultura tiene mucho que contar la enorme y superpoblada urbe de Lima, sacudida por la historia y los terremotos, testigo de las pisadas y el acero conquistador de Francisco Pizarro, y confidente del escritor Garcilaso de la Vega, hijo de una princesa inca y un capitán español.
Es imprescindible para el visitante acercarse (al menos espiritualmente) a la legendaria fortaleza de Machu Picchu. Bastión no solo de guerreros, sino de resistencia cultural. Enigmática y distintiva. Monumento que resalta el vigor del pueblo inca, su arte y conocimientos, repletos de refinamiento e imaginación.
Lima es un gigantesco cuadro de seductores tonos, que firmaría el más afanoso y pintoresco de los maestros del pincel. Es una eterna mesa, repleta de cientos de tradiciones que semejan platos exquisitos y autóctonos listos para ser probados. La intención de este viajero será presentárselos de tal manera que usted se anime a degustarlos. ¿Me acompaña en este viaje deportivo, que incluye un banquete cultural y espiritual? Ojalá que sí.