La pequeña y dura pelota cambia por el “blando” esférico pegado al pie. Los muchachos quieren lograr el mejor gol y no el batazo más largo. El grito de “chapa del portero” se escucha por encima del “tremendo fildeo”. Llama la atención el lindo regate, el eslalom que deja tendido al rival, en detrimento de la recta pegada o la curva paralizante.
Las calles, parques o estadios del país repiten estas imágenes día a día. En los últimos años el fútbol le ha ganado terreno —aunque de terrenos es de lo que más adolece paradójicamente— en cuanto a participación y gusto popular al béisbol y a otra serie de disciplinas muy practicadas en Cuba. Diversas razones propician que en la actualidad muchos prefieran el balompié como vía de competición u ocio.
Amén de ser el más universal de las deportes, las transmisiones televisivas han contribuido a una fiebre futbolera como nunca antes entre nosotros. La posibilidad de ver semana a semana a figuras y equipos de máximo nivel mundial despierta el interés de las nuevas generaciones.
Las categorías infantiles, llámese 7-8 años, 11-12 o 13-14 tienen una gran explosión de niños. A veces se pueden formar hasta tres equipos en un mismo municipio por la cantidad de jugadores que se integran. Privilegio solo correspondido al béisbol en tiempo pasado.
Y es que algunos padres de estas últimas décadas influyen más a sus hijos para la práctica del “juego más hermoso del mundo”. Personas de entre 30 y 40 años, incluso mayores, propogan ese arraigo que luego se refleja en el barrio, portales e incluso en las maltrechas canchas del país.
Otro fenómeno es el cambio de atletas en edades escolares para el fútbol, no obstante contar con actitudes para otras disciplinas. Se da el caso de medallistas en campeonatos nacionales infantiles en determinado deporte que han pasado a correr y darle patadas a un balón por 90 minutos.
Esta “droga social” como la definiera el historiador británico, Paul Preston, no necesita recursos numerosos, ni áreas especiales para practicarse como si sucede con diferentes deportes, razón que en ocasiones frena el desarrollo de algunas modalidades del ejercicio físico en Cuba.
Por ello es común que se organicen torneos interbarrios, de veteranos, de entidades eclesiásticas y de estatales. Asimismo, el fútbol enamora por su vistosidad y dinamismo; permite el destaque individual por encima de otros deportes colectivos, lo cual resulta uno de sus atractivos. Estos elementos se encuentran conectados a la dinámica social actual. El béisbol, por el contrario, es criticado por su lentitud y complejidad.
El problema en nuestro país es que a partir de las edades juveniles esa gran masa de jóvenes se empieza a perder como un disparo a las nubes o el grito desesperado de un hincha en un estadio. La masividad que tanto se reclama en otras disciplinas, aquí se desperdicia como un precioso gol anulado por fuera de juego.