Hace solo unos días la última víctima de la violencia machista, o feminicidio, como ya se conoce lo que es una verdadera epidemia mundial, murió a manos de su compañero sentimental en España.
Del tema hablamos más de una vez en esta página, pero es necesario retomarlo porque en solo dos semestres la cifra de muertes es alarmante, no solo en España, sino en diversas partes del planeta.
En el caso citado la víctima fue la brasileña Ana Lucía da Silva Sepulchro, quien resultó muerta el 14 de junio y se convirtió en la número mil de las mujeres asesinadas en España desde el 2003 hasta esta fecha.
La primera de ellas, Diana Yanet Vargas, la mató su pareja en Fuengirola (Málaga) una Noche de Reyes: “No me pegues, no me pegues. No me tires”, gritó ella y fue arrojada por un balcón, resumía un colega en la prensa local.
Eso fue en el 2003 y con ella comenzó la macabra lista de asesinatos de féminas a manos de sus parejas sentimentales.
Entre Diana Yanet Vargas y Ana Lucía da Silva Sepulchro, mil mujeres, de todas las edades y de diferentes nacionalidades murieron a manos de los hombres con quienes dormían sin poder imaginar que serían sus asesinos.
La prensa española dedicó amplios espacios para destacar el hecho y precisaba que las edades de las asesinadas oscilaban entre 31 a 40 años. Diez eran menores de edad y otras seis pasaban de 85.
Continúa la masacre
La estadística solo cuenta víctimas a partir del año 2003, pues como ocurría dentro de la casa, no se contaban y todo quedaba entre marido y mujer. Con la fúnebre noticia salieron a la luz viejos y nuevos análisis sobre el tema.
Ello demuestra que si España empezó a contar a sus muertas fue por entender que no se trataba de un asunto privado, ni aislado, ni único, sino un problema público, un drama social de gran calado.
Una de las tantas notas de prensa de los últimos días refiere la experiencia del médico forense Miguel Lorente:
“Como delegado del Gobierno para la violencia de género entre el 2008 y el 2011, vi a muchas mujeres golpeadas. Todas creían que solo les pasaba a ellas, que su marido era muy bueno”.
Esas mujeres aparecían con lesiones muy graves y ante la inevitable pregunta, respondían aquello de “mi marido solo me pega lo normal”.
España vivía de espaldas a la violencia de género hasta que una mujer, con voz suave y marcado acento granadino, contó su calvario en televisión:
“En 40 años solo me ha dado palizas y sinsabores”. Dos semanas después fue quemada viva por su exesposo. Corría el año 1997 y aquel testimonio de Ana Orantes provocó que las cosas cambiaran.
El Gobierno inauguró en el 2003 un recuento oficial que acaba de llegar a una cifra tan redonda como negra: mil asesinadas. Tres de cada cuatro nunca denunciaron a sus maridos, novios o exparejas.
Un mal que recorre el planeta
He tomado como ejemplo a España, pero pudo ser Italia u otra nación europea. El mal afecta a todos. Una breve mirada al escenario internacional demuestra tal afirmación.
En Perú, hasta el momento, 74 casos entre enero y junio. La sociedad chilena amaneció conmovida el 8 de marzo de este año por la noticia del décimo feminicidio en lo que va del 2019, precisamente en momentos en que se celebraba el Día Internacional de la Mujer.
No obstante los esfuerzos que se mantienen para reducir este tipo de crimen en México, en el primer trimestre del 2019 fueron asesinadas 227 mujeres
Pero retomemos la situación en España. Especialistas consideran que la batalla policial y judicial para detener esta masacre no está exenta de escollos. Se corre el riesgo de una involución, ya que el partido de extrema derecha, Vox, aboga por eliminar la ley que protege a las mujeres.
Esto es un fracaso de la justicia, dijo recién el presidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, Juan Luis Ibarra.
Juristas, abogados y expertos están de acuerdo en que el sistema no está funcionando, la cuestión es dónde y por qué. Las respuestas son múltiples y alcanzan desde los aspectos técnicos hasta los sociales.
Mientras, los familiares de Ana Lucía da Silva aspiran a que alguien les brinde ayuda económica para poder repatriar su cadáver a Brasil.