El balonmano se ha erigido en feliz marca del deporte cubano. La pujanza por recuperar espacios perdidos no se detiene. Éxitos a diversos niveles continúan ratificando que el carácter de los nacidos en esta Isla se adapta a la perfección con una modalidad construida para espíritus fuertes.
A los triunfos en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla 2018 (hombres) y el Torneo Norteamericano y del Caribe (NORCA) entre las damas se suma el formidable papel que hasta la fecha acuña el equipo que incursiona en la lid mundial de Naciones Emergentes sub-24.
En tierras georgianas los criollos han sido la viva imagen del eterno y poderoso debutante. Siempre con apetito de victoria. Siempre listos para escribir su nombre en la gloria.
Sus víctimas 35-27 Gran Bretaña, 30-24 China y 31-24 Colombia resistieron a retazos el bagaje profesional de los nuestros, quienes tienen entre sus armas más llamativas pura rabia en el ataque y una sólida muralla en la portería, donde Magnol Suárez luce como una especie única y a ratos insuperable.
Las jornadas venideras servirán como termómetro. En el resto de la semana choques contra Azerbaiyán y la India podrán allanar el camino a la batalla por el podio. Las notas finales llegarán el domingo cuando podremos asentar con seguridad la envergadura de una obra que se está cincelando a goles, corazón y carácter.
Ya suman, en este momento, cuatro victorias. La obra del Balonmano se está cincelando a fuera de goles, corazón y carácter, pero se sustentó sobre la inteligencia de quienes defendieron la importancia de insertar atletas en ligas foráneas para elevar su arsenal técnico y táctico a pesar de no ser entendidos, los muchachos han demostrando que su corazón late por CUBA, que sus goles son cosechas de una inteligente conducción y que a los cubanos nos sobra carácter para este deporte. Ahora solo falta mantener concentración y la disciplina para alcazar algo más que los pronósticos precompetencias