Cienfuegos.— Para José Felipe Lanier el remo ha sido uno de los pilares de su vida. No solo forjó su personalidad, también le deparó destino y gloria. Tal vez por eso nos permitió descubrir su mapa de aventuras. Un amplio delta, similar a un relato ágil y vivo, que él como fiel escriba de lo que ama, prefirió contar a punta de remo. “Soy producto de las captaciones que se realizaron en la antigua provincia de Las Villas. Luego llegaron los triunfos en las categorías inferiores y después me asenté en el alto rendimiento”. Habla con alegría de las duras porfías que le enfrentaban a provincias cuyas tripulaciones eran “galeones” que “cañoneaban” sin piedad.
“Uno de los rivales más enconados resultó Matanzas. A veces nos dominaban. En ocasiones les devolvíamos el golpe. Las medallas de oro y plata nos las repartimos en el cuatro par, el single y el ocho con timonel durante algunos años. Fue un honor haber formado parte de esa generación dorada cienfueguera”.
Las paletadas de nuestro entrevistado atacaron asimismo los podios internacionales. “Tuve el privilegio de defender nuestra bandera en los Juegos Centroamericanos y del Caribe y en Panamericanos. Atesoro la presea dorada de la cita regional de 1982, que se celebró en Cuba. Un triunfo formidable”, ratificó mientras por sus ojos surcaban recuerdos dichosamente añejados.
Actualmente vuelca su sabiduría en la Academia Provincial. “Este deporte goza de muy buena salud acá. En el centro todo el mundo juega un papel fundamental.
La disciplina y el esmero han permitido mantener los logros históricos. Además, hemos logrado involucrar a las familias de los atletas, quienes nos apoyan continuamente”. La escasez material es un adversario temible y real. A esa fiera se le intenta domar armado del látigo de la inteligencia y la dedicación. “Más de una vez hemos ganado una competencia con un bote y a los pocos minutos se ha roto. Es complicado, pero implementamos alternativas. La capacidad de superación nos distingue”.
Las vivencias de Felipe le devuelven el aroma de tiempos decisivos. Por algunos minutos el leño del recuerdo ha vuelto a arder. Sus ojos brillan redescubriendo un paisaje curativo. También revelan que gracias a este oportuno diálogo logró ser otra vez el joven, que antes fue niño. Siempre remo en mano.