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Yasser García Rittoles: Paisajes antropomorfos (+ Fotos)

Desde que Yasser García Rittoles (La Habana, 1974) comenzó a incursionar en el complejo universo de las artes visuales, tras pertrecharse de conocimientos y técnicas en el Taller preparatorio del  Centro Experimental de Artes Visuales  José Díaz Peláez (1999) y en la Academia de Arte San Alejandro (2005), amén de otros estudios previos sobre grabado y pintura, decididamente optó por escudriñar, una y otra vez, en sus raíces  y en las de la sociedad, en una suerte de viaje antropológico que parte de sí mismo, en la búsqueda de elementos definitorios de su identidad. De ahí que su producción plástica haya derivado hacia una intencionalidad ensayística en torno a su existencia.

Obra (pintura, grabado y  escultura) con profunda visión humanística, tal vez incentivada por su desempeño, durante varios años, como enfermero especializado en oncología, etapa en la que  con el interés de interceder en el mejoramiento de la calidad de vida de los niños que padecen diferentes patologías relacionadas con el cáncer, creó el Proyecto comunitario Banderas por la esperanza, en la barriada de Santa Fé, en el municipio capitalino de Playa, donde contó con la asesoría del experimentado galerista Juan Pedro Sarracino, actualmente director de Sarracino Gallery, en Coral Gables, Miami, Florida.

Los más recientes trabajos de este inquieto creador  aluden a una apropiación pictórica del espacio que transita y ocupa, mediante un proceso que lo impulsa a hurgar en su tránsito por el mundo, en la heredad física, espiritual y sicológica de antepasados afrodescendientes  que marcan sus pasos por esta época tan  adversa, como  compleja y diversa.


Con un estilo que transita entre la figuración abstraccionista, el arte minimal y el art brut, Rittoles se expresa, esencialmente  a través del color —generalmente plano, bucólico, cálido y etéreo— en volúmenes que aluden a su corpulenta fisionomía, en disimiles posiciones a través de la cual simboliza gestos que sugieren estados de ánimo, sentimientos y emociones que no solo tienen que ver con sus experiencias personales, sino también con la de sus semejantes.


Sobre su producción iconográfica ha icho el artista: “La deconstrucción de la realidad es una tarea ardua, y más aún cuando se tiene en el horizonte de expectativas disímiles visiones. Perseguir fantasmas en el universo personal se ha convertido en referente asiduo del arte contemporáneo. Y es que la experiencia te premia con la bondad o la desesperanza de lo vivido, hecho que engendra imaginarios diversos en las mentes individuales. Los artistas –entes inquietos en la búsqueda de su expresión- no permanecen ajenos a ello y se encuentran tentados a representar las inquietudes derivadas del duro proceso de la subsistencia en colectividad”.


Cada obra de Rittoles es, categóricamente, una tesis con infinitas posibilidades de lectura y reflexión. En ellas  el espectador puede detener su pensamiento sobre una frenética exacerbación de la subsistencia humana o un enérgico desafío al pesimismo, amén de los panoramas oscuros que la vida nos sitúa en el camino. Los matices y los trazos de las pinceladas funcionan como notas descriptivas, como apuntes que provocan la insinuación, muchas veces sugeridos  con huellas negras de su propia fisionomía, como el rostro y las manos, en un juego con el arte con fuerte vigor expresionista, acentuado con salpicados, líneas, chorreados  y manchas grises, naranja y rojo.

En estos cuadros, el artífice atrapa la esencia de la figuración para convertirla en paisajes antropomorfos de la razón existencial  del hombre y el medio, es decir, las circunstancias que le rodean, como si intentara trasmitir asuntos autobiográficos extraídos, con pasión maniqueísta e irónica, de situaciones espinosas y de sentimientos reprimidos que brotan sobre el lienzo o la cartulina a través de discursos que pueden ser percibidos como pesimistas , pero que en última instancia no son más que claves visuales y sensaciones kinestésicas muy relacionadas con la sicología individual.

La figura o forma sugerida a través del cuerpo como ente representativo tiene que ver con la temática seleccionada para cada cuadro, en los que las manchas y chorreados de pigmentos atrapan diferentes instante de la (su) realidad contemporánea insular, así como relevantes pasajes de la historia de los más de 275 mil negros nigerianos , apresados y convertidos en esclavos,  quienes entre los años1820 y 1860 arribaron a las costas cubanas, trayendo consigo su creencia Yoruba y su carácter bravío que  los convertía en cimarrones, tal alude una de las piezas en las que aparece un negro con el machete en la boca, como símbolo de rebeldía.

Igualmente interesado por las herencias familiares, en lo concerniente al arte de tejer, introducido y desarrollado en Cuba durante la época colonial española, el artista ha conformado, con iguales intensiones éticas, un conjunto de cuadros en los que las imágenes no son trabajadas con colores solamente, sino también aparecen bordadas sobre el lienzo, lo que puntualiza la intensión de valerse del arte como medio para labrar sorprendentes vías en la búsqueda de experiencias vinculadas con la vida del pintor, e incentivar los más puros sentimientos del hombre.

Para este artífice con más de 15 exposiciones personales en diferentes galerías de la capital, Estados Unidos y  México; así como una decena de colectivas en Bélgica, Portugal, Estados Unidos y Cuba, es premisa “utilizar al arte como idioma capaz de labrar caminos insospechados en la búsqueda de alternativas sicológicas y humanas”, tal ha dicho.

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