Para muchas familias cubanas es una verdadera hazaña planificar y realizar los festejos de las muchachas que arriban a los 15 años de edad, o celebrar una boda. Se trata de un fenómeno en el que inciden las conductas especulativas de los padres y los pretendientes, quienes, sin poder hacerlo objetivamente, se alistan en proyectos que sobrepasan los ingresos domésticos de todo un año y más; así como el desconocimiento, la desinformación y la falta de conciencia, sobre el elevado costo que exigen estos agasajos y sus negativas consecuencias económicas para la familia.
Una celebración de este tipo exige, entre otros muchos servicios, los de maquillaje y peluquería, alquiler de trajes, salones y autos de lujo, además de los afiches y candelarios, álbumes con portadas tridimensionales, revistas y photobooks… Todo eso sin hablar del banquete, las luces, el audio, las invitaciones, los adornos florales, las fotografías y los videos….
El asunto, a todas luces, requiere de un análisis más completo. Solo me he referido a él como pretexto para dialogar sobre un creador que con su labor altruista contribuye a hacer menos enojosa la idea de materializar estos íntimos y añorados acontecimientos.
Las nobles propuestas de Alejandro
Desde la adolescencia Alejandro Pineda Vega sintió vocación por el diseño de modas, en específico por los trajes para celebraciones de cumpleaños y nupcias. Hace alrededor de 20 años esa aptitud se hizo realidad al crear su propio estudio del que hoy surgen la mayoría de las ropas destinadas al alquiler, a precios realmente módicos. Se trata de indumentarias de alta calidad y buen gusto capaces de competir con las más refinadas ofertas que existen en este tipo de negocio.
En un pequeño apartamento, el marcado con el dígito 9 de la calle 45, número 12204, entre 122 y 124, en Marianao, este artista del vestir produce y alquila atavíos para las más disímiles ocasiones festivas, a la vez conserva los numerosos artículos para el adorno de locales. Buena parte de las instantáneas las realiza en un improvisado estudio rodeado de tules, encajes, satines y vestiduras de todo tipo. Sus servicios son asequibles a cualquier tipo de público, ya que una pareja de novios o las quinceañeras con escasos recursos económicos pueden acceder a un vestido de ensueño
“No se puede especular con los sentimientos de las gentes, en especial de los jóvenes. A veces vienen muchachas que son estudiantes y no pueden asumir los elevados precios de los alquileres. Entonces trato de que su sueño se pueda hacer realidad. Este es un negocio en el que tienen que ver mucho las emociones individuales, y hay que estar consciente de que vienen en busca de dejar para la memoria y la historia familiar recuerdos de acontecimientos que solamente se experimentan una vez en la vida”, dijo Alejandro.
De formación autodidacta, este emprendedor artífice de la moda, dijo, además, que siente placer “cuando puedo ayudar a las gentes humildes a usar vestidos de calidad y a hacerse buenas fotos en sus celebraciones. Muchos han hecho variadas fotos en mi modesto espacio. No establezco diferenciaciones de raza, fisionomía o edad. Todo depende del deseo de ayudar, de la imaginación y la creatividad”.
Alejandro ha realizado vestuarios para diferentes producciones cinematográficas, como algunas de las utilizadas en la reciente película Inocencia, Alejandro Gil, así como para diferentes solistas, orquestas y grupos musicales.
“Durante algún tiempo trabajé en un grupo de modas y también en el Proyecto Roparche, que eran vestuarios totalmente hechos a mano. Ahora me dedico a Alquiler de trajes, donde estoy a mi gusto y muy feliz”.