Por Betty Beatón Ruiz y Juanita Perdomo
Solo quien ha sentido en carne propia el desasosiego que causa un techo agujereado, solo el que vive entre paredes descorchadas, tal vez con piso de tierra, quizás en una casa en regular o mal estado, o quien añora una, sabe apreciar en su real dimensión lo que significa tener vivienda nueva.
La aspiración humana de vivir adecuadamente, en un hábitat seguro y saludable, refrendado en el Artículo 71 de la Constitución de la República de Cuba, estimula los empeños constructivos en la provincia de Santiago de Cuba, territorio que al cierre del 2018 totalizó 5 mil 128 nuevos hogares entregados, la mayor cifra del país, y 8 mil 152 pisos de tierra erradicados.
No obstante, quedan pendientes un importante número de damnificados por el huracán Sandy (octubre del 2012), aunque ya está resuelto el 91 % del total de las afectaciones (156 mil 289 casos), con la aspiración de alcanzar al 95 % de solución al concluir el presente año, por intermedio de acciones que pasan tanto por el esfuerzo propio, la entrega de subsidios, como el aporte estatal.
Según confirmación del ingeniero Gilberto Romero Sounder, vicepresidente del consejo de la administración provincial, resta por avanzar en la respuesta a 15 mil 91 derrumbes de techos, entre totales y parciales, diseminados en cuatro municipios, Palma Soriano, Santiago de Cuba, Contramaestre y Songo-La Maya, “los cuales deben quedar zanjados en el primer semestre de este 2019”, acotaba el funcionario.
Todavía faltan las familias que hoy engrosan la lista de los derrumbes, 982 parciales y 8 mil 150 totales, esas que no pierden las esperanzas, aun cuando saben que la solución no será tan breve como se quisiera.
Por eso y por más, se intensifica la producción local de materiales de la construcción, y en tantísimos centros laborales de la provincia se equilibran el cumplimiento del objeto social con la construcción de casas.
UBPC Sabanilla: caña y casas, viceversa
El piso color verde botella reluce ante los ojos del visitante, el olor que llega del jardín es la mejor bienvenida a este hogar de monte adentro, en la comunidad de Sabanilla, distante 10 kilómetros de la cabecera del municipio de Songo-La Maya.
De ellos se ufana su dueña, Maritza Escobar, especialista de Sanidad Vegetal de la unidad básica de producción cooperativa (cañera) Sabanilla, una de las más sobresalientes en la provincia de Santiago de Cuba en la construcción de viviendas.
“Para qué hablar de las condiciones en las que vivía… mejor olvidar los malos ratos y el susto ante la más leve amenaza de lluvia, prefiero disfrutar de esto que tengo ahora, techo, portal, sala-comedor, cocina, dos cuartos y baño, todo reluciente”.
Como ella, buena parte de los 196 cooperativistas de allí tienen historias que contar en materia de mejoras constructivas a sus hogares y hasta la entrega de nuevas casas, 20 de las cuales salieron tras la conversión de un albergue cañero en un conjunto habitacional.
Nelson Luna, María Victoria Escobar, Alberto La O y Pastor Molina son algunos de los beneficiados, hacedores con sus propias manos de la maravilla de “tener lo mío, mi pedacito”, a decir de Pastor, quien desde su desempeño como albañil de la brigada, conformada por 15 hombres, le ha hecho realidad el sueño a muchas familias de Sabanilla, incluida la suya.
“Mientras nuestros compañeros se van al plantón a tirar caña, nuestra brigada hace casas aquí y donde sea necesario, ya somos expertos y reconocidos en ese orden”.
Hace más de 20 años la UBPC Sabanilla equilibra su objeto social, de siembra y corte de caña, con la misión constructiva, tarea que se ha incrementado en los últimos tiempos, comenta Ismael Domínguez, el administrador, quien junto a Carlos Manuel Puentes, secretario general de la sección sindical, se enorgullecen de esta labor.
“Hemos entregado más de 32 viviendas para trabajadores, y cada año le hacemos una a los mejores macheteros de la zafra”, dice con orgullo Carlos Manuel, “además de aportar a la solución de casos sociales por solicitud del Gobierno”, acota Ismael.
Para este 2019 los empeños se centran en levantar seis casas e incursionar en la producción local de materiales de la construcción, tarea que ya trae ocupado a ese colectivo, uno de los que en Santiago de Cuba aportan al sueño de muchos de tener una vivienda adecuada.